Decir colibrí es una forma de señalar
a uno de 38 distintos "gorriones", incluido un migratorio.
Si ofrece dificultades identificarlos como especie, más surgen al
intentar hacerlo en representaciones, prehispánicas o actuales,
orales o escritas. Cualquier interpretación a los valores culturales
del tz'unun o colibrí, es al grupo Trochilidae. Característicos son
el diminuto tamaño de las especies, el rico colorido del plumaje, el
vigoroso aleteo que logra suspenderlos en el aíre, traerlos de
reversa o dispararlos con la velocidad de una flecha, y el desarrollo
del pico, diseñado para libar néctar de flores.
Sus pericias han maravillado siempre al
Hombre. Tal vez hasta el punto de rodear al avecilla de halos de
sobrenaturalidad. De ahí que pudiera llegar a vérsele como ser
mágico, ruwach q'ij, protector y cuidador del Hombre. Es claro en
dos ejemplos que tomamos: la Leyenda del amor entre el Sol y la Luna
y La captura del fuego. El primero, de la tradición q'eqchi, ocurre
cuando sólo había seres divinos en el Universo.
Q'ana Po, la Luna, hija de Tzuul Taq'a,
el Viejo Dios de la Tierra, Señor del Cerro y del Valle, vivía con
él en una cueva; era su vivienda. Un día, al pasar, la vio
Balamq'e, el Sol. Se enamoró de ella y pensó que debería ser su
mujer. Pero Tzuul Taq'a no lo quería así. El único modo de
Balamq'e de acercársele era hacerse pasar por otro. Le pidió
prestadas sus plumas a un colibrí; al ponérselas se convirtió en
él. Así entró con Q'ana Po donde ella dormía; a media noche
recobró su figura. Al amanecer huyeron, perseguidos por el padre. Un
venado la hizo mujer en un valle, en medio de los cerros. Como marido
y mujer pasan todos los días por el cielo, él adelante, ella
detrás.
El segundo pertenece a la mitología
kaqchikel. En el Memorial de Sololá, el tema es el descenso del
semidiós Q'aq'awitz al fondo del volcán Ya'xcanul, apagarlo y
quedarse con su fuego. Le ayuda un colibrí.
"En verdad era espantoso el fuego
que salía del interior del volcán. Era lan-zado a lo lejos. Dijeron
a nuestro abuelo gaq'awitz cuando llegó al pie del volcán: oh, tú,
hermano nuestro, tú has llegado y tú eres nuestra esperanza, ¿Quién
irá a traernos el fuego? Yo iré, les dijo gaq'awitz. Hubo un tal
Sagitz'unun que deseaba ir. Iré contigo, le dijo a Q'aq'awítz. Bajó
Q'aq'awitz al interior, mientras Saqitz'unun derramaba el agua sobre
el fuego. En verdad causaba miedo, los que estaban al pie del volcán
huyeron llenos de pavor. Pero el fuego había sido capturado. Salió
Saqitz'unun, y por último Q'aq'awitz.
"Los guerreros de las siete tribus
exclamaron: en verdad causan espanto su poder mágico, su grandeza y
majestad, ha destruido y hecho cautivo al fuego. Le dijeron todos:
Tú, hermano nuestro, has conquistado el fuego de la montaña y nos
has dado vuestro fuego. Vosotros sois dos héroes, uno es el primer
héroe y el otro el segundo héroe. Vosotros sois nuestros jefes,
nuestras cabezas directoras.
Lampornis viridipallens
Lampornis viridipallens