miércoles, 7 de mayo de 2014

Letanías del Desterrado por Miguel Angel Asturias

Y tú, desterrado:

Estar de paso, siempre de paso,
tener la tierra como posada,
contemplar cielos que no son nuestros,
vivir con gente que no es la nuestra,
estrechar manos que no son nuestras,
llorar con llanto que no es el nuestro,
tener amores que no son nuestros,
probar comida que no es la nuestra,
rezar a dioses que no son nuestros,
oír un nombre que no es el nuestro,
pensar en cosas que no son nuestras,
usar moneda que no es la nuestra,
seguir caminos que no son nuestros...

Y tú desterrado:

Estar de paso, siempre de paso,
tener la tierra como posada,
tenerlo todo como prestado,
no tener sombra sino equipaje,
talvez mañana, mañana o nunca...

domingo, 4 de mayo de 2014

La Tumba de Miguel Angel Asturias en París

El cementerio Pére-Lachaise es, sin duda alguna, el más célebre de la capital francesa. Fue inaugurado en 1804 sobre una colina oriental de la ciudad y, tiempo después, bautizado con el nombre quien fuera confesor de Luis XIV. Sus 44 hectáreas arboladas lo convierten en el mayor de las necrópolis parisinas. Sin embargo, más que por su tamaño, la fama del Pere-Lachaise se deriva de las personalidades que allí han sido enterradas. A lo largo de sus ondulados paseos reposan los restos de decenas de hombres y mujeres de talla universal, entre los que podemos citar a Moliére, Jean de la Fontaine, Honoré Balzac, Fréderic Chopin, Eugene Delacroix, Marcel Proust, Oscar Wilde, Amadeo Modgliani, Isadora Duncan, María Callas, Edith Piaf, Yves Montand y Jim Morrison.

Para los amantes de la historia del arte el Pére-Lachaise ofrece un atractivo adicional: sus monumentos funerarios conforman un variadísimo catálogo de los gustos y los estilos en boga durante los últimos 200 años. Más aún, un número significativo de sus tumbas se inspiran en estilos pretéritos como el egipcio, el clásico greco-latino, el romántico y el gótico, a veces reproducidos con fidelidad y en ocasiones reinterpretados libremente. Por doquier aparecen elementos de la iconografía mortuoria de la antigüedad, tales como coronas de laurel, ánforas, urnas, esfinges, seres alados, columnas y pirámides, comúnmente elaborados con marmol blanco, lava negra de Volvic o granito de diversas tonalidades. Forman parte de este excepcional acervo arcaizante la sepultura gótica de Eloísa y Abelardo, la capilla bizantina de Anna de Noailles, el monumento griego de la princesa Deminoff, el obelisco egipcio de Jean-Francois Champollion y el dolmen de Allan Kardec.

Aun en este contexto plástico tan disímbolo, resulta inusitada la presencia de una estela maya en la 10a. División del cementerio. Su creación data de 1976, dos años después de la muerte en Madrid del ilustrísimo escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias. En aquel entonces se decidió trasladar el cuerpo del premio Nobel de París e inhumarlo merecidamente en el Pere-Lachaise. Tras la ceremonia fúnebre, sus restos quedaron sepultados bajo una pesada lápida de concreto que tiene una lámina metálica en la que están inscritos el nombre del autor de Hombres de Maíz, las fechas de su nacimiento y de su muerte, y los principales reconocimientos que recibió en vida. Dicha lápida fue coronada con una réplica de la Estela 14 de Ceibal, la cual había sido descubierta 15 años antes sobre la estructura C-18 de este conocido sitio del Río de la Pasión. Pese a carecer de fechas calendáricas, se sabe que la estela original data del siglo 9 d.C. Pertenece al grupo de monumentos definidos como “no clásicos” y muestra en su cara principal a un gobernante de rasgos éticnos no mayas, que sujeta un palo curvo y un escudo con líneas horizontales.

Es sencillo atender el motivo del enterramiento de Asturias en suelo francés. Desde 1923, vivió prolongados y fructíferos periodos de su existencia en París. Allí fue estudiante, agregado cultural, exiliado político y embajador de Guatemala. En esa ciudad, Asturias escribió Leyendas de Guatemala, comenzó la redacción de El Señor Presidente y tradujo al francés el Popol Vuh. Organizó también una magna exposición de arte maya precolombino en el Grand Palais y, en gratitud a su tierra de elección, donó el conjunto de sus manuscritos a la Biblioteca Nacional de Francia.

Por el contrario, resulta paradójico que la piedra tumbal sea la copia de un monumento dedicado a la exaltación de un belicoso gobernante de Ceibal, sobre todo si tomamos en cuenta que Asturias dedicó su vida entera a luchar por la paz y contra la terrible opresión del campesino indígena de Guatemala por parte de dictadores, caciques y compañías bananeras. La elección de la Estela 14 sólo se explica desde una perspectiva en la que las expresiones culturales prehispánicas – despojadas ya de su contenido y significado originales – suelen ser valoradas simplemente por sus cualidades estéticas, que transmiten la imágen idealizada de un pasado nacional glorioso. En este mismo sentido habría que recordar el uso de la imagen de Xipe-Tótec – divinidad vestida con la piel de un desollado – para “decorar” las postales infantiles de la UNICEF.

martes, 11 de marzo de 2014

COSMOS: La Biblia y la Evolución

Creo que la teoría de evolución biológica es cierta. Lo digo por esto:

En primer lugar, no veo que la teoría de la evolución rivalice con el relato bíblico de la creación. Algunas personas consideran que solo puede haber una versión de la verdad; y como la historia de Génesis difiere de la historia descrita por la teoría de la evolución, solo una de estas, la historia bíblica, puede ser la correcta.

No veo que esta perspectiva sea convincente porque el mismo Génesis tiene dos relatos diferentes sobre la creación. Según Génesis 1, Dios creó al ser humano de último, luego de crear las plantas (día 3), el sol, la luna y las estrellas (día 4), aves y peces (día 5), y animales terrestres (día 6). Pero según Génesis 2, Dios creó al hombre antes de que cualquier planta brotara y antes de la creación de los animales. Aún si estas dos narrativas coinciden en cuanto a la teología, tenemos que admitir que describen las etapas de la creación de dos maneras muy diferentes y de hecho incompatibles.

Consecuentemente, el punto no es que existan dos relatos de la creación, uno científico y otro bíblico. El punto es que existen por los menos dos relatos bíblicos además del relato científico. De manera que la cuestión no es de ciencia versus la Biblia. Más bien debemos notar que cualquier verdad puede describirse de varias maneras.

El hecho de que los primeros capítulos de Génesis contengan dos historias distintas nos hace preguntar la función de estas historias. Veamos el primer relato, del versículo 1:1 a 2:4. Cuando leemos completo el primer relato, vemos que el trabajo de la creación culmina en el Sabbat. Esta es una pista para nosotros de que la historia tiene una función litúrgica, que su propósito tiene que ver con la adoración del pueblo de Israel y no con el conocimiento científico.

La naturaleza litúrgica del primer relato se puede ver también si comparamos este relato con la construcción del tabernáculo en el desierto (Éxodo 25-40). Los comentaristas han señalado muchas similitudes entre Génesis 1:1-2:4 y Éxodo 25-40. Entre las más importantes están:
  1. Dios le da a Moisés siete instrucciones para el tabernáculo (un paralelo de Dios hablando siete veces durante la creación);
  2. La razón del tabernáculo tiene que ver con el Sabbat, como en Génesis 2:1-4;
  3. La construcción del tabernáculo requiere de la presencia del Espíritu, como en Génesis 1:2;
  4. El trabajo en el tabernáculo concluye con una bendición, como en Génesis 2:3.
Lo que estos paralelos nos dicen es que el escritor de Génesis 1:1-2:4 describe el universo creado como un tabernáculo que Dios ha preparado para nosotros y que Dios ha bendecido para nosotros. El trabajo divino de crear el universo establece una realidad ordenada en la que los seres humanos pueden adorar a Dios en el Sabbat.

Por muy así de importante y poderosamente teológica que sea la descripción de la creación, esta no constituye un registro científico de los origenes, y no hay absolutamente nada que nos sugiera que el escritor de Génesis estuviera procurando hacer un reporte científico. Es más bien una afirmación teológica del propósito de Dios en la creación del mundo, no una descripción de los procesos físicos por los que el universo se formó.

Entonces, para repetir mi punto, la teoría de la evolución no rivaliza con el relato bíblico de la creación. Cada uno describe al mundo creado desde una perspectiva distinta y con un propósito distinto. 

Hay una segunda razón por la que acepto la teoría de la evolución: confío en la comunidad científica y en los resultados de la investigación científica. Pienso que las ciencias se están moviendo hacia un cada vez mejor entendimiento del universo. Obviamente el progreso del conocimiento científico no es en línea recta. Hay muchos zigzags y vueltas en la búsqueda del conocimiento; algunas teorías resultan ser equivocadas o inadecuadas. Sin embargo, el estudio científico ha acumulado de manera gradual e impresionante enormes cantidades de información confiable y cálculos y teorías. Cada uno de nosotros confía en estas cosas diariamente cuando usamos las computadoras, o medicinas, o transporte o miles de otras cosas. Ya sea que lo pensemos así o no, cada uno de nosotros implícitamente acepta la validez de la búsqueda del conocimiento científico y los resultados de la investigación científica.

Definitivamente, es difícil para muchos de nosotros entender algunas teoría científicas. Muchas de estas teorías se valen de complejos modelos matemáticos, otras son más especulativas, y otras parece desafiar el sentido común. La evolución es una de estas teorías que parecen especulativas y desafiar el sentido común, especialmente en cuanto a sus afirmaciones más dramáticas: nuevas especies evolucionan de especies previas y que seres vivos han evolucionado de compuestos inanimados. Más adelante parece especulativa: nadie de nosotros a visto especies como aves evolucionar de especies como dinosaurios. Por eso, es perfectamente comprensible la resistencia a la teoría de la evolución.

Aun así, esa resistencia es equivocada. Hubo un tiempo en el que la investigación científica consistía únicamente en observaciones, como cuando Galileo supuestamente lanzó unos pesos desde la Torre de Pisa. Este es el tipo de ciencia que aprendemos en la escuela. Pero luego de varios siglos de desarrollo, la investigación científica ha ido a asuntos que van más allá de lo que puede apreciarse por simples observaciones. Estos días, las teorías científicas más reconocidas se basan más en modelos matemáticos que en observaciones directas. Teorías como la de la evolución componen una enorme estructura de ideas científicas que tienen que ver con genética, geología, fisiología, y muchas otras disciplinas científicas. La teoría de la evolución no es una idea aislada que los biologos han formulado en un vacío intelectual. Al contrario, está estrechamente relacionada con muchas otras teorías. Por eso el hecho de que la evolución de las especies no sea directamente observable no la pone en tela de duda, porque pocas preguntas científicas hoy en día se pueden responder por observación directa. La pregunta no es si alguien ha visto la evolución ocurriendo, sino más bien si la teoría de la evolución es la más sensata con la información que tenemos y si concuerda con otras teorías que aceptamos.

La comunidad científica, en la que confiamos para cuestiones de medicina, ingeniería, y tecnología, ha juzgado que la teoría de la evolución es la más sensata en vista de la información que tenemos y la que mejor concuerda con otras teorías que aceptamos. Esto no significa que la teoría sea perfecta o completa. Solo significa que la teoría de la evolución concuerda con muchas teorías y resultados científicos ampliamente reconocidos. Es el relato sobre los orígenes biológicos que concuerda con el resto de la ciencia. Y por eso, aunque no entiendo los detalles más especializados de la teoría, la acepto porque es parte de una perspectiva científica del mundo que considero es cierta.