lunes, 25 de julio de 2016

"Clarivigilia Primaveral" contada a los niños

"Clarivigilia Primaveral" de Miguel Ángel Asturias, en adaptación libre para niños.

Cuando toda esta historia empezó era de noche. No había nada. Sólo el cielo estaba lleno de luceros. Entonces, el Ambimano Tatuador de Mundos creó el universo, el arte y también a los artistas.

Si lees con atención, te contaré cómo era el Ambimano. El era un creador. Tenía dos manos, una era de sueño y la otra mano era de realidad. En los dedos usaba muchas joyas y, en lugar de ojos, dos girasoles tenía. Se vestía con túnica blanca de seda y caminaba con muchos pies. Sobre sus hombros colocaba un plateado manto de arena que el viento se encargaba de mecer.

Por mucho tiempo estuvieron trabajando todos los artistas que fueron creados por Ambimano; "clarivigilantes, claridormidos, claridespiertos" se mantenían: los poetas con "los cantos en remojo", los escultores con "las piedras en remojo", los músicos con "los sonidos en remojo".

Así, todos se esmeraban por lograr sus mejores obras, mientras los dioses, "asomados a los luceros, que son los ojos de la noche", observaban tanta belleza.

Pero un día sucedió que alguien se enojó porque los artistas sólo inventaban "mundos de sueños" —dijo.

Ese alguien era Cazador de Aire. Este era un ser poderoso, cubierto de plumas, que dormía bajo las acacias; aullaba para despertar al silencio y se desplazaba por los cielos con la vanidad de un pavo real.

Al Cazador del Aire le disgustaban los artistas, por eso se armó con escudo y flechas y los persiguió con furia hasta encontrarlos y hacerlos desaparecer.

En mis manos desaparecieron los que tenían "crianza de mundos de sueño en remojo" —habló Cazador del Aire. Y también castigó a la tierra, porque realmente estaba muy enojado.

Después todo quedó destruido y Cazador del Aire se mostró orgulloso con sus garras y moviendo sus plumas de pájaro gigante.

Al Ambimano y a sus artistas los vencí por una garra —dijo—.

Pasaron los años. Los siglos también pasaron...

La tierra renació y esta vez las artes les fueron recomendadas a los animales, a las flores y también a las piedras. Sí, así fue. La poesía se encontraba en la flor del cactus y en la flor del amatle. Los pájaros que tenían las plumas más coloridas se encargaron de la pintura y los que mejor cantaban, de la música.

Luego fueron por los caminos y encontraron piedras con forma de rana, de quetzal y otras, así que el arte de la escultura se recomendó a las piedras que tienen forma de animales. ¿Te has dado cuenta de que en los caminos y en los montes existen piedras y peñascos que tienen forma de animales?

Volvió a pasar el tiempo. Todo en la naturaleza era muy bello. El mundo entero estaba lleno de música, de color y de canto. ¡Maravilloso!

Pero esta vez alguien pensó que, aunque existían cosas muy lindas, algo les faltaba, algo así como... magia.

Ese alguien era ¡otra vez! Cazador del Aire. El se quejaba de que a las flores, a los pájaros, a las piedras con formas de animales y a todas esas maravillas le faltaba un soplo mágico.

—Pero, Cazador, para la música existen el sensontle el jilguero, la calandria y el rumor del viento entre las ceibas —le dijeron.

—Sí —contestó—, existe la música en las aves y en el rumor del viento entre los árboles, pero no tienes magia.

—La poesía existe en las flores, en los sonidos y en los silencios de los animales —trataron de explicarle.

—Sí, existe la poesía, pero no tiene magia —replicó.

—¿Y la pintura? ¡Ah, la pintura! ¿Ves las guacamayas, los azulejos, los colibríes y las mariposas? ¿Las ves, Cazador del Aire? Pues en ellas existe la pintura.

—Las veo —contestó algo irritado—, pero en ellas no existe magia.

Y así trataron inútilmente de convencerlo.

Entonces apareció un mensajero al que todo se le olvidaba. Era el Emisario Olvidadizo.

El Emisario Olvidadizo traía un mensaje muy importante de los Oropensantes—luceros—dioses: —Al amanecer —habló el Emisario—cuando la niebla se levante serán creados los Cuatro Magos del Cielo con "ombligos de sol y copales preciosos". De "burbujas de maíz" serán creados.

De maíz blanco se formaron los dientes; la carne, con maíz amarillo y con maíz negro se formaron los cabellos, los ojos y el sueño.

Y se vio la creación de los Cuatro Magos del Cielo...

Lo único que no se vio fue cuando les cicatrizaron los ombligos con "telarañas de humo de tabaco, copal, polvo de palabras molidas" y magia.

Estos cuatro magos eran cuatro en uno o uno en cuatro; por eso se llamaban Cuatricielo o el Hombre de las Magias.

Al terminar la creación se preguntaron: —¿De qué vestiremos a Cuatricielo? ¿Cómo serán sus ropas? Y luego de pensarlo un momento dijeron:

—Lo vestiremos de plumas verdes y azules de quetzal y también con flores cubiertas de rocío. iSe verá impresionante! —exclamaron.

Ahora prepárate para conocer a Cuatricielo. Este tenía cuatro cabezas, ocho piernas con todo y sus pies y ocho brazos y ocho manos. ¡Ah, y se me olvidaban los cuatro ombligos de sol y los ciento veintiocho dientes!

Cuatricielo era realmente mágico, con sus cuatro cabezas en forma de medias lunas. Estaba parado en las cuatro puntas del cielo. En el Este estaba el color para la pintura; en el Oeste, la forma para la escultura; en el Norte se situaba la palabra para la poesía y en el Sur, el sonido para la música.

Cuatricielo, cuatro en uno; uno en cuatro. Camina girando y gira caminando. La tierra gira a sus pies como girasol.

Cuatricielo, cuatrimago, cuatrigira...

Con Cuatricielo se crearon hermosos poemas, canciones, pinturas. Pero, como en las veces anteriores —¿lo recuerdas?—, alguien pensó algo...

Ese alguien eran esta vez los Cazadores Celestes que escucharon las quejas de los artistas. Estos se quejaban de que sus obras sólo servían para que los dioses, asomados a los "agujeros de la noche" disfrutaran de tanta belleza. Los artistas querían que su arte fuera para todos.

Por eso los Cazadores Celestes o Aguilas Cazadoras, también así llamados, les avisaron a los Oropensantes—luceros—dioses que le darían caza a Cuatricielo, con el fin de que las artes fueran liberadas para regocijo de todos los humanos.

—"¡Cazadores a tierra!" —gritaron; abordaron sus naves de plumas con sus estandartes de rocío negro e iniciaron la persecución.

Los Cazadores Celestes o Aguilas cazadoras eran cinco:

— El jefe de Cazadores, Aguila de Arboles, dejaban sus huellas verdes sobre la tierra. Su flecha de pluma de quetzal apuntaba hacia el mediodía.

Aguila de Luciérnagas de Sol, dejaba sus huellas amarillas sobre la tierra. Con sus cabellos de miel apuntaba hacia el Poniente su flecha de luz que se apagaba y se encendía.

Aguila de Sueños, dejaba sus huellas negras debajo de la tierra porque andaba de cabeza. Apuntaba su flecha hacia la medianoche.

Aguila de Fuego, dejaba sus huellas rojas sobre la tierra y su flecha la apuntaba hacia el Oriente.

Aguila de Nubes, dejaba sus huellas blancas sobre la tierra y apuntaba su flecha hacia la luna.

Cuando Cuatricielo se dio cuenta de que lo querían vencer, huyó muy asustado hasta encontrar refugio en el lago, el gran espejo escondido entre montes y volcanes.

Los Cazadores lo vieron, aunque al principio no se atrevían a bajar al lago. Cada uno soñaba que Cuatricielo se iba transformando en algo que ellos pudieron vencer más fácilmente:

Primero soñaron que Cuatricielo se transformaba en maniquí de paja; de maniquí de paja se transformó en muñeco de escarcha; de muñeco de escarcha en mazorca de maíz amarillo y de mazorca de maíz amarillo se transformó en lava transparente.

Los Cazadores Celestes le explicaron al lago porqué querían, apresar a Cuatricielo, pero éste lo defendió.

El lago llamó a los Cazadores para que se vieran en sus aguas como en un espejo, pues pretendía atraparlos.

—"En mis espejos te verás más luminoso"— dijo el lago a los Cazadores, también llamados Arcoiris o Señor Siete Veces Precioso, porque eran de colores.

Pero los Cazadores no quisieron mirarse en el espejo del lago porque "de cabeza no se puede vivir" —dijeron.

—Entonces vete antes de que seas destruido —gritó el lago y siguió escondiendo a Cuatricielo.

En ese momento, los Cazadores Celestes ya rodeaban al lago; danzando y jugando lo rodeaban.

Y empezo la gran batalla... Los Cazadores con sus estandartes, sus escudos y sus flechas; el lago con sus olas, sus tumbos y sus juncos. Cuatricielo intentando defenderse. Los cuatro magos en uno reunidos en el inmenso "plato azul" del lago, con sus ombligos de sol y sus caras de medias lunas hablan de su música, de su pintura, de su escultura y de su poesía. Pero los Cazadores, cercando el lago, danzando los cinco, dejando sus huellas de arcoiris.

En un instante fue el torbellino: flechas, olas, plumas, colores, huellas, tumbos, pájaros, reflejos...

Herido el lago se quejaba. Herido el cielo se quejaba. Herido el viento se quejaba.

Herido ¡ay! Cuatricielo se quejaba...

Sí, así fue. Era el mediodía cuando, de pronto, Aguila de Sueño lanzó una flecha al sol. Y como el lago también era espejo, allí se reflejó el flechazo del Cazador y ese reflejo venció a Cuatricielo.

Entonces, los cuatro magos se desataron del nudo que unía los ombligos, las cabezas, las burbujas de maíz, los sonidos, los colores, las palabras, los cantos, las plumas, los copales y la magia...

Cuando todo acabó, la lluvia apresó al lago con sus gotas, como en una jaula.

Los Cazadores fueron por el agua para acercarse a los cuatro magos: El de la flecha amarilla venció al dibujo y al color del mago de la pintura.

El de la flecha blanca venció al sonido y a la armonía del mago de la música.

El Cazador de la flecha negra venció a la línea y a la forma del mago de la escultura.

El de la flecha roja venció al canto y al poema del mago de la poesía.

Por último, Aguila de Arboles, Jefe de Cazadores, disparó su flecha verde a las nubes que ya se acumulaban sobre el lago y exclamó con emoción:

—De ahora en adelante, que todos los pueblos se llenen de pintores, de músicos, de poetas, de danzarines, de talladores; que las artes sean para todos los hombres y mujeres (y también para los niños —dijo, guiñando el ojo—), porque el arte es la luz de este "país de miel". Y para que este compromiso no se olvide, a las artes se les hará recordar que deben ser para todos los humanos. Este recordatorio se hará cada año, cada año al llegar la primavera...  

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