sábado, 25 de noviembre de 2017

"Coco" y la Filosofía de la Muerte (CONTIENE SPOILERS)


Coco introduce un segundo tipo de muerte más allá del biológico, la muerte simbólica al ser olvidado. Una vez ya no queda nadie que te recuerde, desapareces del mundo de los muertos, muriendo una segunda vez.

La segunda muerte tiene que ver únicamente con nuestra relación con los demás.

En Coco, son los recuerdos de la gente los que marcan la diferencia entre la vida y la muerte.

Una manera interesante de verlo es a través de la perspectiva del filósofo Jean Baudrillard, que habla de la muerte como una forma de interacción social.

En la cultura occidental la muerte se ve a través de la ciencia al punto de que actualmente pensamos en la muerte como un fenómeno eminentemente biológico. Cuando tu corazón deja de latir y tu cuerpo se empieza a descomponer, estás muerto.

Baudrillard compara esto con ciertas culturas no occidentales en las que la muerte tiene una relación simbólica de intercambio con los vivos; en estas culturas, no solo la muerte se da y es recibida por los vivos, sino que los muertos la pueden recibir y dar también.

Coco explora este sistema de intercambio mutuo entre vivos y muertos. Miguel necesita la ayuda de sus parientes para regresar al mundo de los vivos, pero ellos también lo necesitan a él. Héctor hace un trato con Miguel para llevar su foto a la ofrenda a cambio de su ayuda para volver a casa, y los otros personajes vivos interactúan con sus ancestros aunque no puedan verlos. Comen en el cementerio, traen ofrendas y de verdad honran a los difuntos.

Es solo este intercambio el que evita que los muertos experimenten la segunda muerte que ocurre cuando ya nadie los recuerda.

Baudrillard dice que, en la mayoría de pueblos occidentales, ese tipo de intercambio en doble vía entre los vivos y los muertos no existe. “Los muertos” no son un grupo con el que los vivos puedan interactuar, y mientras más obsesionado está un pueblo con “la razón”, menor es el rol de los muertos.

A los muertos que recordamos los ponemos en billetes y en libros y aprendemos de ellos en la clase de historia, pero no pensamos en una convivencia. No esperamos nada de ellos y tampoco les ofrecemos nada a cambio. La idea en si misma suena muy extraña.

Pero esta eliminación de los muertos de nuestras convivencias sociales cambia la forma de nuestra cultura.

Luego Budrillard dice que cuando los muertos no interactuan con los vivos se “borran”. Vemos esto en la película, cuando los individuos dejan de existir solo hasta que ya no tienen parientes vivos que participen en ese intercambio de recuerdos y celebraciones.

Chicharrón, la única persona que vemos experimentar una segunda muerte, ya no deja atrás un cuerpo, como cuando murió biológicamente. Su esqueleto se borra y todo lo que queda de él es su guitarra y una pila de objetos en su hamaca.

Pero si bien la memoria es suficiente para salvar a los muertos de su extinción total, sufren cuando no pueden regresar con los vivos y convivir con su familia. La memoria es importante, pero los vivos deben estar dispuestos a dar más que eso.

Para Baudrillard, este toma y daca entre la vida y la muerte significaría que morir y nacer no son necesariamente opuestos, también son parte de este gran sistema de intercambio, y la muerte puede intercambiarse por vida a través de las interacciones sociales. Y aunque Baudrillard no se refiere a la película, el paso de Hector de estar olvidado a ser celebrado por sus descendientes es, de cierta manera, un forma de renacimiento. Aunque todavía no se ha hecho polvo, está en riesgo de ser borrado cuando Coco lo olvide, y el chispazo de su memoria lo vuelve a la vida, aunque, biológicamente, sigue muerto como una piedra.

La razón por la que el público llora cuando Miguel canta “Recuérdame” al final de la película es, no solo la conexión entre Coco y su papá que extraña tanto, sino también porque es una invitación a no olvidar a los muertos.

martes, 21 de noviembre de 2017

Resumen de Cándido de Voltaire

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Cándido, o el optimismo, es el trabajo más conocido de Voltaire y una de las obras literarias más leídas en francés. Voltaire inventó el relato filosófico como un medio para transmitir sus propias ideas y, al mismo tiempo, entretener a sus lectores con ingenio satírico e insinuaciones irónicas. Cándido (el nombre hace referencia a la pureza y franqueza) es el personaje principal del cuento. Él encarna la idea filosófica de optimismo a la que Voltaire pretende oponerse.

A medida que comienza la historia, Cándido se ve obligado a abandonar Westfalia porque lo han sorprendido besando a la hija del barón, la bella Cunegunda. Cándido es expulsado del espléndido castillo del barón Thunder-ten-tronckh, donde el doctor Pangloss ha sido tutor de Cándido y le ha enseñado que todo está bien en este "el mejor de los mundos posibles". Poco tiempo pasa antes de que el ingenuo Cándido se encuentre reclutado en el ejército búlgaro. Como soldado, es testigo de primera mano de las terribles atrocidades de la guerra. Escapando a Holanda, se encuentra milagrosamente con Pangloss, quien se encuentra en un estado físico lamentable. Por el siempre optimista filósofo, Cándido se entera de que su antiguo hogar en Alemania ha sido incendiado y que todos los que están dentro han sido masacrados por el avance del ejército búlgaro.

Voltaire continúa narrando su historia con una cascada de aventuras. Sin embargo, se mantiene cerca de la razón principal para contar su historia: desacreditar la idea metafísica de que todo lo que sucede en la tierra ha sido determinado por la Providencia y, por lo tanto, debe ser juzgado como algo para bien de la humanidad. Pangloss, que ha perdido parte de su nariz y un ojo por la sífilis, sigue insistiendo en que todo va bien a pesar de una adversidad abrumadora. Cándido y Pangloss viajan a Lisboa, donde llegan justo a tiempo para experimentar el famoso terremoto de 1755. No solo se ven atrapados en Portugal durante este desastre natural, sino que también se ven envueltos en la Inquisición. Solo por la reaparición e intervención de Cunegunda se salva a Cándido (Pangloss es una presunta víctima de la Inquisición). Sin embargo, al rescatar a Cunegunda, Cándido debe matar a un israelita y al Gran Inquisidor.

Cándido, Cunegunda y una anciana (la hija del Papa Urbano X) huyen a América del Sur. Incluso allí, son rastreados por los agentes de la Inquisición; Cándido y Cunegunda deben separarse o correr el riesgo de ser quemados en la estaca. Cándido se refugia en Paraguay, el reino de los jesuitas, donde "Los Padres lo tienen todo y la gente no tiene nada". Cándido se encuentra con el hermano de Cunegunda entre los líderes jesuitas. Se pelean porque Cándido, a pesar de sus orígenes humildes, insiste en casarse con la hermana del joven barón. Cándido lo hiere, aparentemente mortalmente, y de nuevo huye con su ayuda su criado y compañero Cacambo.

A lo largo de todos los viajes de Cándido, quien a continuación descubre a Eldorado (la ciudad del oro y las joyas preciosas), Voltaire se deleita en atacar los excesos de la humanidad, desde la brutalidad de las guerras hasta la innoble institución de la Inquisición. Para enfatizar la tolerancia y la moderación, Voltaire presenta personajes que se identifican de inmediato como representativos de posiciones filosóficas extremas: Pangloss (que reaparece al final de la historia en Constantinopla) sostiene tenazmente un optimismo absurdo, y Martin (el compañero de Cándido en su viaje de regreso a Europa y a Constantinopla) afirma con igual obstinación que hay poca virtud y felicidad en un mundo lleno de maldad.

Mientras se encuentra en Venecia, Cándido se entera de que su otrora hermosa Cunegunda ahora está lavando platos en la orilla de un río para un príncipe en Turquía. De Cacambo, oye que Cunegunda incluso se ha vuelto fea y malhumorada. Aún así, siendo un hombre honorable, Cándido tiene la intención de casarse con Cunegunda, y se marcha de inmediato a la ciudad turca. Mientras está de camino, encuentra a Pangloss y al hermano de Cunegunda (resucitados) entre los esclavos de la galera en el barco turco. Cándido todavía posee algunos de los diamantes que se llevó de Eldorado y puede comprar la libertad de sus amigos. Por casualidad, todos los personajes de este cuento terminan viviendo juntos en una pequeña granja de hortalizas en algún lugar de las afueras de Constantinopla. El dinero de Cándido se ha agotado, Cunegunda se vuelve más insoportable, Cacambo maldice su destino como vendedor de vegetales, Pangloss se desespera porque no está enseñando en una buena universidad alemana, y Martin persiste en ver a la humanidad atrapada en la angustia del desconsuelo o en la crisis del letargo. Cándido no está de acuerdo, pero ya no afirma nada. En lugar de discutir cuestiones metafísicas y morales, sigue el consejo de un anciano que le dice: "el trabajo mantiene a raya tres grandes males: el aburrimiento, el vicio y la necesidad". De esta lección, Cándido concluye que "debemos cultivar nuestros jardines." Al final, la pequeña granja rinde bien y todos comen cítricos confitados y pistachos. Voltaire termina el relato, en una nota ni de pesimismo ni de optimismo, con sus personajes trabajando y viviendo en paz juntos.

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