Construir la Paz es tarea de todos,
definir el camino es designio que la vida nos concede y
responsabilidad que debemos afrontar y emprender.
Compartir los momentos que resaltan la
obra creativa e intelectual de ilustres pensadores, que como Miguel
Ángel Asturias, han aportado su esfuerzo en el señalamiento del
camino para la convivencia pacífica de los seres humanos, es un
privilegio. Como representante de los pueblos indígenas, como mujer
y como Maya Guatemalteca, me honra y me une a Miguel Ángel Asturias,
el compartir además, el reconocimiento de estos esfuerzos expresados
a través del Premio Nobel.
La vida y la obra de nuestro hermano
guatemalteco, sus palabras escritas en piezas literarias o en
artículos periodísticos y expresadas en múltiples actos públicos,
demuestra con argumentos contextuales que la palabra y las ideas son
más efectivas que las armas y la violencia.
El amor a los otros, el respeto por lo
diferente y el aprecio por la naturaleza; su constante diálogo e
intercambio cultural, transmisor y receptor de inovaciones creativas
en la dinámica social y política para la armonía y el desarrollo
humano; constituyen la fortaleza y perennidad de sus palabras y de
sus obras, que a cien años de su feliz nacimiento, permiten exponer
en las salas de la UNESCO, en su Sede, en París, ciudad que le dió
albergue por muchos años, sus pasos, sus palpitaciones, su
respiración, su diplomacia, exhalando ese amor, esa entrega
intelectual al mundo, que contribuyó a abrir las puertas de la
democracia y la participación de los pueblos exlcuidos en su tierra
natal y en tantos otros más, por su libertad y por su
reconocimiento.
Decía Miguel Ángel Asturias en
Hombres de maíz: “Que los brujos de las luciérnagas, los que
alumbran la oscuridad de la noche y encienden fogarones para
conservar el calor de los humanos cada año, son descendientes de los
entrechocadoes de pedernales. Con ellos se inició la cultura de la
Humanidad, puesto que hicieron siempre de luces con chispas de
piedras, para que no faltaran estrellas guiadores en el cielo.”,
así comprendemos su sentir a la vez nacional y a la vez universal.
El nacimiento de una cultura de paz, de solidaridad, de amor y
tolerancia, que desde raíces mayas se levanta al cielo para
embellecerlo, iluminar la tierra y guiar a los hombre y mujeres de y
de esperanza.
Caminemos juntos, que nadie se quede
atrás, avancemos todos, reflexionando en el trayecto para comprender
su obra, sus ilusiones y su camino, que segura estoy se materializa
en la exposición de Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de
Literatura, y que la Unesco en nombre de todas las naciones del
mundo, presenta en su primer centenario.
RIGOBERTA MENCHÚ TUM
Premio Nobel de la Paz
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