La Biblia es la Palabra de Dios, y la
Biblia fue escrita por seres humanos en culturas antiguas. Estas dos
afirmaciones son verdaderas. La primera es una afirmación de fe; la
segunda es cuestión de registros históricos. Ambas son importantes
para la iglesia.
La iglesia busca verdades en la Biblia
porque es la Palabra de Dios. Al ser la Palabra de Dios, la Biblia es
una autoridad; revela a Dios. Pero Dios siempre se revela a nosotros
a través de cosas de nuestro entorno: acontecimientos (ej: el éxodo de
Égipto), los ritmos del mundo natural (ver Salmo 104), fenómenos
como tormentas (ver Salmo 29), y así sucesivamente. Por lo que no es
sorpresa que Dios se revelara en un libro que es un vestigio de
culturas antiguas – la Palabra de Dios llega a nosotros en y a
través de las palabras de seres humanos.
Puede parecer extraño que Dios
utilizara elementos ordinarios del mundo como vehículos de
revelación. ¿Por qué Dios no simplemente se nos aparece? La
respuesta es que Dios no se aparece. Dios “vive en luz inaccesible,
a quien nadie ha visto ni puede ver” (1 Tim 6:16). La revelación
de Dios es por lo tanto siempre indirecta. La presencia de Dios, aun
cuando es más vívida, viene a nosotros a través de elementos que
están en el mundo, como cuando Ezequiel “vió visiones de Dios”
en su experiencia del viento tempestuoso que venía del norte (Ezq.
1) y cuando Jeremías en un momento de discernimiento profético
escuchó a Dios hablar mientras observaba a un alfarero trabajando el
barro (Jer. 18:1-11). La revelación, en otras palabras, ocurre
cuando Dios toma algo del mundo creado y lo usa para dar a conocer a
Dios mismo. Nosotros “vemos” a Dios y “escuchamos” a Dios en
nuestra experiencia de cosas ordinarias. De manera que un
entendimiento cristiano de la Biblia tiene que tomar en cuenta el
estátus de la Biblia como la Palabra de Dios y también su estátus
como un objeto histórico y humano. Es este libro tan humano el que,
al mismo tiempo, es la Palabra de Dios para nosotros.
Podemos ver cómo lo divino y lo humano
se unen en la Biblia si pensamos en Jesucristo. Jesucristo es la
unión perfecta de Dios y la naturaleza humana – no una combinación
50/50 o una mezcla. Él es la encarnación del Hijo divino. Pero él
también es humano en todo el sentido de la palabra. Como divino,
Jesús es la presencia plena, completa de Dios entre nosotros. Como
humano, Jesús de Nazaret era como el resto de nosotros. Tenía una
estatura y un peso dado. Tenía comidas favoritas y comidas no
tan apetecidas. Cuando se golpeaba el dedo del pie con una piedra,
sangraba. Cuando se enfermaba de gripe, le dolía la garganta. Y así
este hombre era Dios, la presencia divina entre nosotros.
Al pensar en Jesús vemos que Dios es
capaz de usar y transformar la naturaleza humana para que sea un
instrumento útil para la voluntad y revelación de Dios. En
Jesucristo esto ocurre a través de la unión del Hijo y la
naturaleza humana. Esta unión crea una persona que es completamente
divina y completamente humana. La naturaleza divina no compromete o
disminuye la naturaleza humana; la naturaleza humana no compromete o
disminuye la naturaleza divina. La dos naturalezas están unidas en
una persona en una armonía maravillosa.
Pensar en Jesucristo de esta manera nos
ayuda a entender cómo la Biblia puede ser la Palabra de Dios y
también las palabras de seres humanos. Como con Jesucristo, la
Biblia tiene un carácter divino-humano. Por supuesto, a diferencia
de Jesucristo, la Biblia no es una persona
divina-humana; la Biblia es una analogía de Jesucristo pero solo una
analogía. Sin embargo, en la Biblia Dios usa cosas humanas –
pensamientos, sentimientos, escritos – para revelación de manera
que la Palabra de Dios y estas palabras humanas queden unidas e
inseparables. La unión de la palabra Divina y las palabras humanas
es la razón por la que el Nuevo Testamento a veces atribuye los
escritos del Antiguo Testamento al Espíritu Santo (Hechos 28:25), a
veces al Espíritu a través del ser humano (4:25), y a veces a
escritores humanos (2:25). Pensar en la Biblia como divina y humana
preserva las convicciones del Nuevo Testamento de que la Biblia es la
Palabra de Dios y también de que es, en todo el sentido de la
palabra, un trabajo completamente humano.
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