viernes, 1 de enero de 2016

El Jaguar en Guatemala


Desde épocas pre-hispánicas el jaguar (Panthera onca) ha sido un elemento importante en las sociedades humanas; para la cultura Maya el jaguar es Balam, voz con la que los mayas se han referido al felino más poderoso del continente americano y que a la vez es una imagen, un símbolo, un personaje mítico, un emblema de poder, un atributo del poder político, rector del tiempo, señor de la noche y soberano del inframundo. Los relatos más antiguos sobre jaguares en Guatemala se encuentran en el famoso libro Popol Vuh, el cual es una recopilación de varias leyendas provenientes de los diversos grupos étnicos que habitaron el territorio Quiché (sur de Guatemala y parte de Centro América) antes de la venida de los españoles [...“Hablad, gritad; podéis gorjear, gritar. Que cada uno haga oír su lenguaje según su clan, según su manera”. Así fue dicho a los venados, pájaros, pumas, jaguares, serpientes (Popol Vuh).]. La primera referencia sobre los jaguares en Guatemala, tras la llegada de los españoles, data de 1722; Fray Francisco Ximenes publica la Historia Natural del Reino de Guatemala y explica cómo los jaguares son considerados una plaga que hay que exterminar porque son nocivos para sus pobladores.

A pesar de su importancia ecológica y cultural, los jaguares guatemaltecos enfrentan serios desafíos para su mantenimiento a largo plazo. En el país sus principales amenazas son la cacería ilegal de la especie y sus presas, incendios forestales, y la destrucción y transformación del hábitat debido a la expansión de actividades agrícolas y ganaderas en áreas protegidas, bosques comunitarios y otros remanentes de su hábitat. La designación del 33% del territorio nacional como área protegida de algún tipo, apoyó grandemente los esfuerzos de conservación del jaguar y su hábitat en el país; dentro del cual la Reserva de Biosfera Maya en la región norte de Guatemala, constituye el bloque de bosque continuo más extenso de su sistema de áreas protegidas.

La distribución histórica del jaguar en Guatemala abarcó cerca del 95% del territorio guatemalteco (105,000 km2) antes de la llegada de los españoles y su degradación muy probablemente inició en los años 1960 durante el auge de los cultivos de caña de azúcar en la Costa Sur guatemalteca que substituyeron a los del algodón. En los años 1980, Guatemala se convirtió en uno de los principales exportadores de ese producto en el mundo, provocando la extinción de los jaguares en la región sur de Guatemala.

La falta de tierras laborables y el conflicto armado interno hacen que en los años 1970 el hábitat norteño del jaguar inicie su reducción por las migraciones masivas de gente principalmente a los departamentos de Petén, Quiché y Alta Verapaz.

En esa época, en el departamento más grande de Guatemala (Petén) el Gobierno impulsa una política de “desarrollo” para colonizarlo por medio del programa Fomento y Desarrollo Económico de El Petén (FYDEP) y así liberar la presión social de las mejores tierras del sur del país. A todo esto hay que sumarle el grave deterioro causado por la exploración petrolera que inicio en los años 1980 realizando la apertura de caminos que permitió la entrada descontrolada e ilegal de colonizadores, sobre todo al Parque Nacional Laguna del Tigre.

Uno de los hechos que ayudó a disminuir el exterminio de jaguares en Guatemala fue la firma del convenio de la CITES en 1979, ya que redujo la demanda de sus pieles. A inicios de los años 1990 lo que quedaba de su distribución, especialmente en la región norte, amenazaba con ser destruido por la tala y quema en menos de 30 años. Gracias a la creación de la Ley de Áreas Protegidas y el nacimiento de la Reserva de Biosfera Maya se inicia una nueva era de conservación de especies de interés nacional, incluyendo al jaguar. A pesar de eso aún siguen existiendo muchos desafíos para lograr su cometido de conservación de dichas especies a largo plazo.

El primer estudio con cámaras automáticas en Guatemala se realizó en el Parque Nacional Tikal, pero por falta de suficientes eventos de fotocaptura no fue posible estimar la abundancia de jaguares en el Parque, aunque se demostró con poca robustez, que existía una proporción de pumas respecto a jaguares de 2:1.

En el 2001, Anthony Novack contribuyó al entendimiento de los jaguares del Biotopo Protegido Dos Lagunas, la parte oeste del Parque Nacional Mirador - Río Azul y norte de la Unidad de Manejo Uaxactún al colectar varias muestras de heces de felinos en esas localidades y desarrollar una evaluación sobre la separación de nichos de jaguares y pumas por medio de los restos de las presas dejadas en sus heces. Al comparar las dietas de los pumas y jaguares de áreas remotas (Dos Lagunas) con las de los alrededores de la comunidad de Uaxactún (sujeto a cacería) no se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la dieta de ambos felinos entre las áreas. Al comparar el traslape de las dietas de jaguares y pumas entre las áreas se encontró que éste fue relativamente bajo y varió poco entre las áreas. Los jaguares consumieron más armadillos (Dasypus novemcinctus) y pizotes (Nasua narica) que los pumas en las áreas remotas, y los pumas consumieron más cabritos (Mazama sp.) y tepezcuintles (Agouti paca) que los jaguares en estas áreas. En los sitios cercanos a la comunidad el traslape en la dieta de los jaguares y pumas fue marginalmente diferente, los jaguares consumieron significativamente más armadillos (Dasypus novemcinctus), coches de monte (Pecari tajacu) y pizotes (Nasua narica), pero menos cabritos (Mazama sp.) que los pumas.

Los valores de densidad reportados van desde 0.79 ± 0.40 hasta 2.94 ± 0.74 jaguares/100 kms2.

El mapa de distribución actual de los jaguares en Guatemala aun tiene algunos desafíos por resolver; debe ser verificada la presencia de la especie en bloques importantes de bosque, como la Reserva de la Biosfera Sierra de las Minas, Visis-Caba y Sierra Santa Cruz; especialmente porque son áreas protegidas ya establecidas y la presencia de jaguares fortalecería la voluntad pública y gubernamental para su conservación. Como en muchos sitios en Guatemala y la región, si no es posible verificar la presencia de la especie utilizando cámaras automáticas por el vandalismo y la inestabilidad social de los sitios, hay que tomar en cuenta que la identificación de las especies por medio del ADN dejado en sus heces cada día está más al alcance de los presupuestos de los investigadores y ha demostrado ser un método valido para estos casos.

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