En 1966 Miguel Ángel Asturias visitó Tikal, en 1967 publicó "El Espejo de Lida Sal".
Y esto ocurre en un país de paisajes
dormidos. Luz de encantamiento y esplendor. País verde. País de los
árboles verdes. Valles, colinas, selvas, volcanes, lagos verdes,
verdes, bajo el cielo azul sin una mancha. Y todas las combinaciones
de los colores florales, frutales y pajareros en el enjambre de las
anilinas. Memoria del temblor de la luz. Anexiones de agua y cielo,
cielo y tierra. Anexiones. Modificaciones. Hasta el infinito dorado
por el sol. Pero rompamos, rompamos ya este espacio de colores de
fuego, tratando de alcanzar al tacto la dulzura de la piedra tierna
que se corta para edificar ciudades, torres, dioses, monstruos, la
dureza de las obsidianas, goterones de las noches más profundas, y
el verde perfecto de las jadeítas. Otro tacto para las frutas. Dedos
de navegaciones que rodean la redondez de cada poma enloquecida de
perfume y derramada de miel. El paisaje cambia, la luz cambia, cambia
el mundo de la piedra junto a las frutas tropicales, vecindad que
traslada lo real, visible, palpable a la región del oler y gustar.
Nueva delicia. Para qué explicarse. íntimas estructuras derramadas.
El agua es un espejo. Alguien ha roto las historias antiguas y canta.
El encuentro fortuito. La revancha. Cantar en medio de un mundo de
imágenes que ya de por sí son estampas inigualables. Sólo iguales
a ellas mismas. Guatemala sólo es igual a ella misma. Presencias y
ausencias misteriosas. Lo que calla el enigma. No hace falta leer los
jeroglíficos. Se leen las estrellas. El huracán azul no ha vuelto
de las edades. Tornará y entonces, edades y estilos, mensajes y
leyendas nos serán comunicados. Mientras tanto, gozad, gocemos de
esta Guatemala de colores, verde universo verde, herido por el primer
sílice caído de los astros.
jueves, 31 de diciembre de 2015
Miguel Angel Asturias / El espejo de Lida Sal / Pórtico
La imaginación juega. Hay relieves,
pirámides, templos en las ciudades apagadas. Detenerse, imposible.
El vértigo sigue al instante en que sobrecogidos, extasiados,
contemplamos la ciudad de Tikal. Arroyos de ruido húmedo, voces,
entrechocarse de troncos, aletear de aves, que van a dar al mar
inmenso del silencio. Todo palpita, vive, se desangra en verdor sobre
la inmensa lámina endurecida del Petén. Sed geológica, milenaria,
no de arenas o desiertos, sino establecida bajo bosques luminosos y
fragantes. ¿Por qué? ¿Por qué esta pizarra que se traga el agua,
negadora de posibilidades de vida para el hombre, y estos bosques de
abundancia y locura? ¡Dioses! ¡Dioses! Y desde entonces todo
yuxtapuesto. Sobre pirámides, pirámides. Sobre divinidades
esculpidas, duchas de jeroglíficos. El arte de volver la piedra,
vapor de sueño. Todo yuxtapuesto. El idioma. La cadencia. Constancia
de crecimiento mineral. El ojo no acostumbrado se equivoca. Hay un
rigor de muerte debajo de tanta cosa viva. Las más bellas especies
animales. Los pájaros más bellos. El quetzal. Y el de la garganta
con todos los sonidos musicales, el cenzontle. Las mariposas.
Calistenia de alas de orquídeas. Los reptiles ele pieles de
preciosas piedras. Algún cambia-colores. Algún sueña-colores. El
pavo azul. Más allá, sólo el cielo. Hipótesis. Oh, frágiles
hipótesis, antes este mundo auténtico, cambiante entre el parpadear
de los días de un calendario no encontrado.
Un calendario de pasos. El calendario
andante. La fábula del andar del tiempo con los pasos del hombre.
Naturales, lógicos, existentes y sin embargo, habitantes de mundos
de otras categorías. Los indios de Guatemala son como piezas de
imaginería, bordados, esculpidos, pintados, recamados, mayas
sobrevivientes de soles pretéritos, no de este sol en movimiento.
Van y vienen por los caminos de Guatemala, con no se sabe qué de
inmortales. Son inmortales en el sentido de que uno sustituye a otro
en el tablero del mercado. Enjambres de palabras volanderas como
abejas, en el trato. Frutas que prolongan su colorido en lo fastuoso
de los trajes de las mujeres. Prisa, ninguna. El tiempo es de ellos.
Meten y sacan las manos, en la oferta, de volcanes de granos dorados,
de nubes de tamarindos fragantes, de noches de pimientas redondas y
de las redondas condecoraciones del chocolate en tablillas, así como
de las trementinas y hojas medicinales. Y de vuelta a los caminos,
altos y ceremoniosos, dueños desposeídos que esperan el regreso del
fuego verde.
Lo perdieron. Se los arrebataron. Les
robaron el fuego verde y todo fue angustia sobre la tierra. Ni
humedad ni atar de distancias. Cada quien murió donde estaba. La
jungla, polvo. Todo polvo entre los dedos. Y el arenal sonriente.
Piedras. Ahogo. Dedos espinosos. Largos dedos espinosos. Telescopios
hechos de troncos de palmeras vacíos por dentro, para taladrar el
cielo, apuntar a lo alto, preguntar a los astros por el retorno del
fuego verde. Suyo será entonces lo que ahora detentan otras manos. A
los mayas de Guatemala, les fue robado el fuego verde, la vegetación
que les pertenecía, y por eso sus libros hablan del estallido de la
insaciable sed. No fue todo dicho a la medida del agua, a la medida
del viento. La brea guarda en memoria de vegetal cristalizado, el
trasfondo de esa sed, y el grito de aquellas gentes, que son éstas
que van y vienen por los caminos, los poblados, las calles, las
plazas de Guatemala.
Ciudades. Otras ciudades. Más nuevas,
bien que centenarias. Águilas bicéfalas, viruela plateresca y
teologías. Imposible trasplantar a tierras de fiesta luminosa una
religión de catacumba. Pobre España. Se llevó el vacío convertido
en oro y dejó una tradición de sangre, saber y sentir que floreció
en cruces y espadones sobre ciudades tan antiguas como esta de
Antigua Guatemala, cacofónica y medrosa.
Inmortal señorío. El regreso de los
astros. La cerradura de la puerta del cielo en forma de come'"
tao Y el enigma el mismo. El enigma de la cauda de la greca que
serpentea a través de templos, palacios, mansiones. Es peor la
monotonía que el vacío. Romperla. Embriagarse. Embriagar los muros
con las decoraciones más fantásticas. No por "horror al
vacío", por horror al hastío. Frisos. Dinteles. Dentelladas.
Detengámonos. Entre el grano de maíz y el sol empieza la realidad
carbonizada del sueño.
lunes, 7 de diciembre de 2015
domingo, 29 de noviembre de 2015
Ondas y Círculos
miércoles, 4 de noviembre de 2015
Resumen "Hombres de Maíz" de Miguel Ángel Asturias
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La acción en Hombres de Maíz está dividida en dos periodos. En la primera parte de la novela Gaspar Ilom se enfrenta a los maiceros que queman el monte y explotan la tierra despiadadamente. Según los indigenas de Guatemala, los primeros hombres en ser creados, sus ancestros, fueron hechos de maíz. Por eso, este grano es sagrado; puede consumirse pero nunca explotarse, comerse pero nunca venderse. Los maiceros, sin embargo, preferían las ganancias que las tradiciones, una actitud contraria a la de los campesinos tanto moral como éticamente. Es por esto que Gaspar y sus guerrillas indígenas se rebelan contra ellos y salen victoriosos hasta que los maiceros llaman a la montada. Con la ayuda de un traidor indígena, Machojón, y especialmente su esposa, Vaca Manuela, el comandante de la montada lleva a Gaspar y a sus hombres a una fiesta. Durante la celebración, Vaca Manuela engaña a Gaspar para que tome veneno, pero Gaspar se mete al río y logra “apagarse la sed del veneno en las entrañas”. Regresa después del amanecer, solo para descubrir que sus hombres habían sido aniquilados por la montada. Gaspar se arroja al río nuevamente, y los maiceros regresan a las montañas de Ilom, sin percatarse que les ha caído una maldición. Los brujos de conejos amarillos que acompañaron a Gaspar condenan a todos los perpetradores de la matanza a morir antes de que pasen siete años. Uno por uno, en los capítulos siguientes, todos son castigados. Machojón y su esposa mueren en el incendio de sus maizales. Su hijo desaparece misteriosamente en una nube de luciérnagas cuando iba a pedir a su novia. El hombre que vendió el veneno que le dieron a Gaspar fue decapitado junto a toda su familia y finalmente el coronel Godoy y sus soldados fueron consumidos por “llamas en forma de manos ensangrentadas” que “se pintaban en las paredes del aire”.La segunda parte de la novela describe las aventuras de tres hombres cuyas vidas se entrelazan. El primero, Goyo Yic, un limosnero ciego, cuya esposa, María, lo abandona poque han tenido muchos hijos. Goyo no puede vivir sin ella y busca la ayuda de un herbolario que quita la ceguera de sus ojos. Sin embargo, el nunca ha visto a María. Por eso, se vuelve achimero y viaja de feria en feria ofreciendo sus mercancías a las mujeres para escuchar sus voces y un día, el espera, reconocer así a su esposa desaparecida. Goyo invoca a Tatacuatzin, santo patrón de los achimeros, para guiarlo en su búsqueda, pero sin éxito. Una noche, el observa su sombra a la luz de la luna, y “era ver la sombra de una tacuatzina”. La luz de la luna lo transforma de hombre en animal. Se mete tanto en el bosque como fugitivo que su pellejo se pone negro. Un día es atraído por las luces y las risas de la gran feria de Santa Cruz de las Cruces. Entonces regresa al mundo de los hombres y se junta con un tal Domingo Revolorio y comienzan una venta de licor. Compran un garrafón y se turnan para llevarlo en la espalda a una feria lejana. Es un día caluroso y se cansan rápido. Empiezan a venderse tragos entre sí, hasta que bolos pierden su permiso y los meten a la cárcel por vender licor sin licencia.
Pasa el tiempo. La gente repite y preserva la leyenda del ciego y su esposa fugitiva, María Tecún, inmortalizándola al referirse por “tecunas” a todas las que se van huyendo. Un día la mujer de Nicho Aquino, el cartero del pueblito de San Miguel de Acatán, desaparece repentinamente. Nicho se pone triste y se embola para olvidar y recordar. En su siguiente viaje a la capital, con su mochila a la espalda, conoce a un anciano arrugado con manos negras que le ofrece decirle dónde está su mujer. Nicho lo sigue hasta unas cuevas donde el viejo le da vida a la historia de la creación de los mayas. Le cuenta a Nicho por qué el maíz es sagrado y le explica la importancia de la muerte de Gaspar Ilóm y el ciclo de retribución que tiene como consecuencia. Nicho aprende. Luego de descubrir sus orígenes, vuelve en sí. Por un momento se vuelve coyote, su nahual, o animal protector.
Mientras tanto, en San Miguel, la gente de pueblo se preocupa por el cartero -especialmente por sus cartas- que tal vez nunca lleguen su destino. Entones mandan al arriero, Hilario Sacayón, a buscar a Nicho y orientarlo. Hilario mira por todos lados y en el camino piensa en la diferencia entre la realidad y la ficción, pero nunca encuentra a Nicho. Aquel cartero termina quemando la correspondencia y huyendo a la costa, donde se convierte en empleado de la propietaria de un hotel. Uno de sus trabajos era llevar a la gente al Castillo del Puerto, habilitado como prisión, donde Goyo Yic está cumpliendo condena por vender licor sin licencia. Otra vez han pasado muchos años. El hijo de Goyo también cumple una condena en esa prisión. Un día su madre, María Tecún, viene a visitarlo. Nicho la lleva al lugar y se sorprende de que la mujer que conoce como leyenda en realidad existe. Los miembros de la familia Yic se reunen, y cuando el hombre sale libre, todos regresan a cultivar la milpa en el Pisigüilito, donde todo comenzó. Este es el clímax de la historia. El hombre, ciego por un tiempo a las tradiciones antiguas que lo atan a la tierra, regresa a cultivar la sustancia sagrada de la que está hecho. A través del entendimiento de las relaciones entre personas y la naturaleza se puede recrear el mundo. El sacrificio de Gaspar no es en vano si ha logrado acabar con los sanguinarios (los maiceros) que impiden a los hombres de maíz llevar a cabo sus ocupaciones más fundamentales.
Asturias quería influenciar a sus lectores. Escribió Hombres de Maíz durante un periodo de gran optimismo en Guatemala. Juan José Arévalo había sido elegido presidente en 1945, y había promulgado leyes sociales controversiales para regresar la tierra a los campesinos desposeídos, organizar cooperativas y sentar las bases para una reforma agraria. Hombres de Maíz pone en ficción los cambios que Arévalo estaba impulsando en la realidad. Asturias esgrime palabras—igual que Hilario—para crear la realidad. Su idea era presentar en ficción (a través de personajes emblemáticos) el plan para una sociedad cuyas raíces se remontan a los días de la gran civilización maya y anuncian, al mismo tiempo, la comunidad progresista ideada por Juan José Arévalo.
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lunes, 2 de noviembre de 2015
El Vaso de la Muerte
Algunas ideas y conceptos sobre la MUERTE vistos a través del arte (iconografía) de los antiguos mayas.En este detalle...
Posted by Cultura y Lengua Maya on domingo, 1 de noviembre de 2015
lunes, 19 de octubre de 2015
"Maldoblestar" de Miguel Angel Asturias
Entrevista de Domingo Miliani con Arturo Uslar Pietri, grabada el 12 de mayo y publicada el 16 de mayo de 1976, en El Nacional. Caracas, p. D-1
DM: ¿Usted recuerda la frase con que comienza El señor Presidente?
UP: Me la sé de memoria, porque se la escuché a Miguel Angel ochocientas veces. Dice: 'alumbra lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre...' Y después añade: 'maldoblestar de la luz en la sombra, e la sombra en la luz'. Ese maldoblestar es producto de algo muy gracioso. Un día estábamos hablando del empobrecimiento general del español; se había empobrecido, pero había sido muy rico en los comienzos. Luego había caído en una pobreza retórica y gramática muy grande. Yo le decía que una de las cosas que revelaban la riqueza inicial del castellano y de la libertad con que lo usaban, algo que luego se perdió, eran los libros que hizo publicar Alfonso X El Sabio y, particularmente, la 'General Estoria' y las 'Siete Partidas'. Leyendo las 'Siete Partidas' uno se quedaba asombrado de cómo usaban la lengua; la riqueza, variedad y propiedad con que la usaban de una manera creadora, espontánea, con una especie de juego del valor de las palabras y le decía yo a Miguel Angel una frase que había encontrado leyendo las 'Siete Partidas' -ya no recuerdo en qué punto-; allí, en lugar de decir 'de cualquier naturaleza que fuese', dice: 'de cualnaturaquier que fuese'. Miguel Angel se impresionó mucho y de ahí salió el 'maldoblestar' que escribió luego en 'El Señor Presidente'".
DM: ¿Usted recuerda la frase con que comienza El señor Presidente?
UP: Me la sé de memoria, porque se la escuché a Miguel Angel ochocientas veces. Dice: 'alumbra lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre...' Y después añade: 'maldoblestar de la luz en la sombra, e la sombra en la luz'. Ese maldoblestar es producto de algo muy gracioso. Un día estábamos hablando del empobrecimiento general del español; se había empobrecido, pero había sido muy rico en los comienzos. Luego había caído en una pobreza retórica y gramática muy grande. Yo le decía que una de las cosas que revelaban la riqueza inicial del castellano y de la libertad con que lo usaban, algo que luego se perdió, eran los libros que hizo publicar Alfonso X El Sabio y, particularmente, la 'General Estoria' y las 'Siete Partidas'. Leyendo las 'Siete Partidas' uno se quedaba asombrado de cómo usaban la lengua; la riqueza, variedad y propiedad con que la usaban de una manera creadora, espontánea, con una especie de juego del valor de las palabras y le decía yo a Miguel Angel una frase que había encontrado leyendo las 'Siete Partidas' -ya no recuerdo en qué punto-; allí, en lugar de decir 'de cualquier naturaleza que fuese', dice: 'de cualnaturaquier que fuese'. Miguel Angel se impresionó mucho y de ahí salió el 'maldoblestar' que escribió luego en 'El Señor Presidente'".
jueves, 15 de octubre de 2015
viernes, 2 de octubre de 2015
"PLEGARIA" por Miguel Angel Asturias
Hoy te ruego Señor de los señores
por los pobres que no tuvieron pan,
por Guatemala do anidan los dolores
que en nuestra mente jamás se borrarán.
Por las madres que lloran sin consuelo
perdidas a la sombra de las ruinas,
por los niños que están muertos de hielo,
por tantos corazones con espinas.
Por todos los que duermen olvidados
bajo escombros, el eterno sueño
¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús de los cansados!
que descansen en paz, ya eres su dueño.
Por la viuda que vive solitaria
en los campos piadosos y sombríos,
por todos hoy elevo mi plegaria
pidiéndote también ¡ay! por los míos.
Por esa tierra que desigual creciera
hoy te pido gimiente, nazareno;
fue destruida en plena primavera
más es tu voluntad ¡no la condeno!
por los pobres que no tuvieron pan,
por Guatemala do anidan los dolores
que en nuestra mente jamás se borrarán.
Por las madres que lloran sin consuelo
perdidas a la sombra de las ruinas,
por los niños que están muertos de hielo,
por tantos corazones con espinas.
Por todos los que duermen olvidados
bajo escombros, el eterno sueño
¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús de los cansados!
que descansen en paz, ya eres su dueño.
Por la viuda que vive solitaria
en los campos piadosos y sombríos,
por todos hoy elevo mi plegaria
pidiéndote también ¡ay! por los míos.
Por esa tierra que desigual creciera
hoy te pido gimiente, nazareno;
fue destruida en plena primavera
más es tu voluntad ¡no la condeno!
martes, 22 de septiembre de 2015
jueves, 10 de septiembre de 2015
jueves, 20 de agosto de 2015
viernes, 24 de julio de 2015
Jaguar Visto por Primera Vez en la Sierra de las Minas
Una cámara trampa muy escondida, finalmente apareció y su contenido nos llena de alegría!Mientras nuestros colegas de Sierra de las Minas recorrían el bosque nuboso en busca de la cámara que faltaba, en la ciudad descargamos los clips de las otras cámaras y los resultados fueron emocionantes: un tapir, pizotes y tigrillos… solo por mencionar algunas de las especies que desfilaron por las cámaras. Pero faltaba uno… el felino más grande de América, capaz de atrapar a su presa con el mordisco más potente. Clave para nuestra misión de conservación, pues su presencia indica equilibrio y salud en los ecosistemas.El contenido de la última cámara nos reveló una gran sorpresa: Un jaguar!!! Justo a quien esperábamos encontrar :) :) :) ... Celebren con nosotros y ayúdennos a compartir las buenas noticias!
Posted by Defensores de la Naturaleza on viernes, 24 de julio de 2015
sábado, 27 de junio de 2015
miércoles, 24 de junio de 2015
martes, 23 de junio de 2015
viernes, 29 de mayo de 2015
El Referente. Cátedra Perelman.
Historia de Grigory Perelman, el matemático ruso que resolvió un problema premiado con 1 millón de dólares y luego rechazó el premio. (50 min., en ruso con subtítulos en inglés)
http://russia.tv/brand/show/brand_id/9188/
jueves, 28 de mayo de 2015
miércoles, 22 de abril de 2015
viernes, 17 de abril de 2015
miércoles, 8 de abril de 2015
SACRILEGIO DEL MIÉRCOLES SANTO
por MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS, abril 1925
Esta historia principia en el siglo XX. Sus personajes son del siglo XVII. Y sucede en el siglo XVII.
En la plaza de la Sorbona se reúnen tres caballeros: uno, alto, flaco; los otros dos, bajos y gordos. El alto lleva guantes negros. Los gordos llevan guantes blancos. Los tres ven el sol que nace. ¿Quiénes son?... ¿Cómo se llaman?... ¿Adónde van?... Son tres hombres. Siempre ha sido bastante saber que son tres hombres. Sus nombres nada significan. José o David, pueden llamarse. Y van sin rumbo fijo.
Reunidos consúltanse en voz baja, tan baja que ni de cerca se oye lo que dicen. Para resolver el destino de un viaje sin rumbo, uno de los bajos, el más gordo, descalzándose el guante, jugará la baraja. La suerte dirá su palabra y será lo que la suerte quiera, sin un vaya más ni un vaya menos. Bajo la mirada de Comte, ojo que busca en la materia la explicación del Universo, se juegan las barajas. Oros... espadas... copas... bastos... La suerte tiembla, temerosa de ser, entre los dedos de la mano de Dios. Oros... espadas... copas... bastos... Es miércoles santo. Los oros recuerdan el alma de Judas. Las espadas, el corazón de María Madre. Las copas, el cáliz de la amargura. Los bastos, el árbol de la cruz. Van cayendo las barajas: pasan oros... pasan bastos... pasan copas... La última carta es una sota. La sota dice una palabra cabalística. Por ella los tres caballeros se dirigen a la ciudad de Orleáns.
Antes de marcharse abren sus maletas de viaje: el alto, flaco, lleva el libro de la «Imitación de Cristo» y un trato de magia. Uno de los bajos, el más gordo, siete navajas de rasurar, y el otro, en su maleta vacía, la sota que dijo la última palabra. Para distinguirles en adelante les llamaremos: al primero, el Príncipe ―ya se sabrá por qué―; al segundo, Navajas, y al tercero, la Sota.
Vanse, pues, los tres caballeros por tierras de Francia, dejando a espaldas campos sembrados, casitas blancas y ríos de luenga trenza azul. En este retazo de sol, la campiña sin florecer, sonríe. En este otro más verde, verde viejo, medita. La campiña de Francia es a veces alegre como una niña y a veces dusta como una abuela. De largo en largo encuentrábanse pueblecitos vestidos de parras, con fuentes sin desasosiego. Están inmóviles los molinos de viento. Acuden al camino gentes que se despiden con devoción: clérigos, corsarios y soldados. El correo del Rey pasa corriendo. Va a casa de la Reina. Por las eras cruzan bueyes y caballos gigantescos al cuidado de hombres rubios. Su andar contado contrasta con el vuelo de las aves y el pensamiento de los hombres. La luz del mediodía cae perpendicularmente. Los árboles se detienen, se juntan, se paran. Al paso de las caballerías, los árboles son móviles: pasean, se persiguen, se arremolinan, se paran...
Los tres caballeros están llegando. Navajas se adelanta a la puerta de la posada, mientras el Príncipe otea el horizonte y la Sota medita. Orleáns tiemba todavía cuando hace noche oscura, recordando a Atila detenido en las puertas de la ciudad por San Aignan. ¡Calles del gran recuerdo, por donde quizá pasa en los mismos momentos de este cuento, Juana de Arco...!
Una mujer sale y franquea la puerta a los tres caballeros. Después les sirve la cena. En la mesa en que han cenado hay cuatro personas. Reconocemos al Príncipe y a sus acompañantes y no presentamos al cuarto. Es un abad. Vino de España y en París se hizo malo y descreído, emancipándose en el secreto de su corazón la tutela templar del Papa Blanco. Es delgado como un fideo, tiene la tez amarilla y la pelambre coloradezca. La sobremesa les encuentra callados. El abad, ofreciendo cigarrillos, les hace soltar la lengua.
―Mi vicio―dice el Príncipe rechazando cortésmente el cigarrillo―, ya que de hacerme pecar contra la continencia trata el señor abad, debo advertir que no es de los menores: de haber nacido ángel, me habría rebelado contra Dios, antes que Satanás.
―El mío―habla Navajas, aceptando el cigarrillo de la petaca olorosa del abad―es la pereza.
―Y el mío―agrega la Sota a su turno―es el mayor: de haber sido Papa, habría superado a Alejandro IV, y de haber sido Rey, a Enrique VIII.
El abad sonreía, negando con la cabeza tan peregrinas afirmaciones.
―¿Y de dónde sois vosotros?―les dijo para dar otro rumbo a la conversación―si es que puede saberse...
Los tres respondieron a una voz:
―¡De América!
―Y de América―agregó el abad―, ¿todos sois orgullosos?
―¡Todos!―repuso el Príncipe.
―¿Y todos sois perezosos?
―¡Todos!―repuso Navajas.
―¿Y todos sois lujuriosos?
―¡Todos!― repuso la Sota.
El abad volvió a su sonrisa, entornando los ojos hacia una América de hombres soberbios, perezosos y lujuriosos.
―¡Vaya!... ¡Vaya!...
Al decir así el abad, la Sota se puso de pie, arrebozóse en la capa y, persignándose, dijo salir en busca de una mujer:
―Jamás he dormido solo―adujo―. He dormido con más de veinte mil mujeres negras, sin exageración, callándome las rubias, las mulatas, la amarillas...
―¿Dormido?...―corrigió el abad con ironía eclesiástica.
―Es una manera de decir...―terció Navajas.
―Pues decir que me he acostado―concluyó la Sota, encaminándose a la puerta―. Ahora vengo, amigos míos. Voy por una a la viña del Señor. La buscaré al gusto del abad: rubia, de carne de azúcar y ojos de vino. Decid de prepararme un lecho mullido y blanco. ¡Que el Príncipe esconda en sus sábanas rosas y hojas de menta!
Cerróse la puerta y los pasos se perdieron escalera abajo.
―Y vos, señor, ¿cómo es que sois Príncipe? Sin duda... ¿un título heredado de muy limpios linajes o mercados con pesados tostones de oro de Indias?
―Sin duda...―repuso el Príncipe, mosqueado por la indiscreción del abad.
―Y vos, señor Navajas, ¿cómo es que dicen que os pasáis la vida rasurándoos?...
Navajas sonrió cachazudamente. Su barba azulenca le daba aspecto noble.
―Debo confesaros―dijo el Príncipe―que no creo en la nobleza ni soy Príncipe. Me llaman así porque en París comía en un restaurante de mujeres fáciles y estudiantes fracasados, en la rue de Monsieur―le―Prince.
Por la escalera se oyen pasos. El Príncipe y Navajas desenfundan sus armas. El abad entorna los párpados, sacando de sus bolsillos olorosos a incienso un rosario y un cristo. Del lado de fuera golpea en el muro el gavilán de una espada y se oye la voz de una mujer:
―No―decía―, no, no...
Al abrirse la puerta aparece la Sota con una dama en los brazos. Sin decir palabra cruza la estancia y entra en una alcoba. El abad suspira, y el Príncipe y Navajas se vuelven a sentar.
El abad parpadea rápidamente.
―Vos, señor abad, parecéis el diablo―dice Navajas con malicia.
―Y deseáis la mujer del prójimo...―concluye el Príncipe, sin levantar los ojos del piso donde las sombras saltaban como gatos cuando el viento agitaba la vela.
Súbitamnte la escena cambió. A un grito sucedieron muchos otros y otros más. La casa tornaba como si se acabase el mundo. El abad estaba trasparente como una hostia, su nariz y sus cejas simulaban la cruz que remataba sobre el frontal un larga vena azul, e iba a salir cuando apareció la Sota desnudo, con los ojos desorbitados y la quijada fuera de los gonces.
Navajas, que por pereza era incapaz de sentir miedo, preguntó:
―¿Qué es?...
La Sota no podía hablar. El Príncipe había crecido, estaba de pie, muy alto, muy alto. Su perfil de águila contemplaba su estampa y sus ojos de pájaro muerto veían hasta en la oscuridad. Navajas tomó una jarra de agua y sin decir agua va, se la echó al Sota.
―¿Qué pasa?―preguntó, por su parte, el abad.
―¡Ay...!―la Sota habla con dificultad― ... que estoy condenado; esa mujer es Juana de Arco.
―¡Sacrílego!...―gritaron todos a la vez.
La sombra desprendióse del cielo más negra que nunca y en la noche del miércoles santo, a los ojos de los tres caballeros, huyó el abad. Era el demonio, en sus brazos llevaba a la mujer y, sin embargo, la Sota le gritó:
―¡Absolvedme, señor abad!
sábado, 4 de abril de 2015
HORAS GRANDES, por Miguel Ángel Asurias
por Miguel Ángel Asturias, 4 de abril de 1928
Parroquia de San Nicolás, Quetzaltenango |
Como el interior de la catedral gótica,
la Semana Santa hace variar el concepto de la vida, colando en
penumbras que parecen penas y perfumes y ansias, la luz de sus días
sin campanas, de sus mujeres sin ojos para el mal, de sus altares
cerrados por el párpado morado del Señor y de sus calles
sobrecogidas y en silencio. Los sagrarios recuerdan los vitrales. En
ellos la luz se hace aroma. El ritmo de los días santos es también
gótico. Detrás de ellos, la eternidad: creación de la mente humana
que forjó el contrapunto y llevó la noción de cielo a la pintura.
La eternidad es la sordina de la vida. En Semana Santa nuestros nervios suenan con esta sordina incontrastable. Las lágrimas del
Señor que perdió la vida, y que lloró porque la vida era triste,
encuentran un valladar que las detiene, las hace más dulces y más
nuestras, en estos días de Semana Santa. Jesús está presente en el
anhelo de llorar que a ratos nos sobrecoge. Nada que se asemeje mejor
a su congoja que las lágrimas no lloradas en estos días sin
trémolo, sin aves camineras, sin palabras.
El niño ha oído quejarse a su madre
por el Señor, al lado de su padre, el hombre circunspecto vestido
todo de negro con la cara triste delante del calvario. El novio,
suspirar a su novia junto a los huertos fragantes: suspiro en que a
la emoción religiosa de camisita sudada, se añade la de cabellera
tierna y lejana con un prefume de bálsamos, higos, incienso, hojas y
flores secas. Y la hermana al hermano y el amigo al amigo. Los
hermanos con el recuerdo del hogar en las pestañas y los amigos con
la memoria de la infancia: una bolita de miga que a veces se juega de
sobremesa.
En los campanarios suenan y resuenan
las matracas. Son las lechuzas que giran alrededor de la cabeza de
Jesús. Su graznido contrista los corazones que esperan la muerte del
justo para descenderle de la cruz. Aún no llega la humanidad que se
oponga a la muerte del justo. El justo debe morir para que vivan los
invitados al festín de Baltasar.
Antes del crepúsculo que trasciende a
candela apagada junto a los incensarios y corozos, tiembla en las
albercas el agua. Es una mujer apenada. Un rosal la hace presentir el
coronamiento de espinas del Señor. El Señor como el jardín. Su
carne huele a nardos y sus manos, como los pétalos de las azucenas,
tiemblan sobre las sombras que antojan macizos de cabecitas de niños.
El rosal cual una pena se alarga, rodea el jardín, y sangra la
frente de Jesús.
La procesión pasa entonces bajo las
naves góticas de la semana mayor. Detrás de las columnas donde se
detienen las almas de los muertos, almas con patitas de loro, se
pierde la muchedumbre que adelante se apiña en un claro, bajo el
fanal de una rosa de cristalería de mil colores. Sobre este río
humano, el amoroso y asedeado tul del un cielo verde: el cielo
artificial de las catedrales góticas. La música se funde con las
piedras, esponjas que absorbiendo aquel caudal de sonidos, se
empanzan y producen un ambiente de vaguedad y de sueño en torno
suyo. El Señor no ha muerto. Los asistentes se vuelven a sus casas
como en la víspera de una ejecución capital, con la esperanza de
que prefieran a Barrabás. Hasta llegan a pedir a Dios por Jesús.
Hasta llegan a censurarle que no haga uso de sus ejércitos
celestiales. Hasta se enojan momentáneamente con el que consiente que
lo maten. Todo esto en el secreto de sus corazones y a lo largo de la
noche cavilosa y poblada de ecos y espíritus. El sueño envuelve la
ciudad. Las estrellas dan tonalidades de levadura a las nubes que
pasan como panes grandes; y pensar que mañana hay que comer los
ázimos después de esta noche rubia y fermentada.
Con cristiana resignación se acepta la
noticia de la sentencia irrefutable. Jesús ya no alcanza la
divinidad. En la conciencia del hombre su próxima crucifixión lo
humaniza, desvinculándolo por un momento de su padre. Su postrer
suspiro cae en las horas alfombradas de flores. Se cubren de negro
los vitrales de jueves santo y la catedral gótica, tumba de reyes,
se deshace en la sombra del viernes. Los otros días pasan...
domingo, 22 de marzo de 2015
jueves, 5 de marzo de 2015
El Cielo ha de ser como las Lagunas de Semouc por Epaminondas Quintana
EL IMPARCIAL, 5 de marzo de 1957 (recopilado por José Samuel Mérida)
El cielo debe parecerse a las lagunas de Semouc. Cuando uno está sumergido en ellas, sólo quisiera no salir nunca de allí.
No es sólo el panorama alto, radioso, multicolor y sedante, es la caricia del agua, es su tibieza refrescante, es su densidad, es la dulzura de estar sumergido, de nadar, de juguetear, de abandonarse a aquella agua.
Agua que es de una transparencia de cristal líquido como son las aguas de las grutas los manantiales de montaña; pero esta de Semouc es de color vario. Por una media laguna es de azul inteno: el resto de verde claro; en otra tiene islotes rojizos, pardos o naranjados; la de más allá es de un verde diluido de agua marina o de esmeralda y este verde se acentúa en tramos amplios por el vaivén oscurecido y refulgente de una alga marina que juguetea voluptuosa en el fondo; y más allá refleja el blanco de una nube o el azul del cielo o el verde obscuro de los árboles de la orilla o de los desfiladeros cercanos.
Toda esta inerranable policromía acuática, se condiciona en amplísimas lagunetas anfóricas —como sería en miniatura la estructura de Los Chorros de Pinula— que sacan el pecho por encima del agua de abajo para ofrecer más arriba una copa más amplia, más abierta y más profunda. Profundidad que varía desde pulgadas hasta metros.
Cada laguneta está limitada por la orilla de roca y algunos bajos arbustos propios de la región; musgos, juncos, gramíneas, tules, etcétera.
Y resbala el agua en cascaditas sutiles —en hilos de perlas— de taza en taza en un graderío de kilómetro de longitud y de anchura variable.
Se dice que hay siete, pero hay más lagunetas y uno —en el escaso tiempo que puede estar porque el tiempo apremia— no las recorre todas.
En tres horas de andar absorbiendo tanta belleza no se llega a conocer todo. Muchas lagunas quedan sin explorar; la otra orilla nos es desconocida; no hubimos tiempo para ver “venir” el río Semouc porque de hecho estaba ya entre nuestros pies cuando llegamos por la margen occidental del cuadrilátero de maravilla.
Las lagunas de Semouc se dejan escrutar por la mirada hasta lo más recóndito de modo que el fondo sube y vive, al mismo tiempo que la superficie refleja sus bordes, las orillas de barranco, la superficie de los murallones que hacia arriba limitan el espacio y el cielo con sus accidentes... Todo esto —transparencia y reflejo— se mezclan suavemente dando un espectáculo de espejo, de cristal y de gema líquida incomparable.
Concentrándose sólo a los aspectos de las lagunas, no bastaría una mañana o una tarde para darse cuenta de ellos, que han de variar con el firmamento.
Y puede uno estarse dentro del agua por horas sin la más leve amenaza de frío (por más que a nosotros nos tocó un día francamente invernal) y seguramente en un día soleado la frescura del agua se más acariciante.
Así son las lagunas de Semouc. ¿Siete? ¿Veinte? No podríamos decir cuántas; pero sí bastantes para dejar satisfecho al más travieso y exigente de los nadadores.
Arriba de su entrada al túnel el Cahabón es —de puro furioso— innavegable e imposible de nadarse; pero más abajo —cuando ya se ha reunido con el Semouc, tiene una evergadura de río amplísimo; quizá ciento cincuenta metros. Todo él azul transparente también. Su agua sí e mucho más fría; pero tolerante para un nadador rápido. Se desenvuelve luego el Cahabón hacia el norte en amplias curvas sembradas de rocas emergentes de los más variados aspectos. Se mete entre el bosque y sugiere de inmediato la idea de navegarlo en cualquier cosa movible...
Pero los sueños se quedan allí porque hay que regresar y Lanquín está lejísimos; no tanto por el número de kilómetros cuanto por lo abrupto del camino y la lluvia que siempre amenaza.
El cielo debe parecerse a las lagunas de Semouc. Cuando uno está sumergido en ellas, sólo quisiera no salir nunca de allí.
No es sólo el panorama alto, radioso, multicolor y sedante, es la caricia del agua, es su tibieza refrescante, es su densidad, es la dulzura de estar sumergido, de nadar, de juguetear, de abandonarse a aquella agua.
Agua que es de una transparencia de cristal líquido como son las aguas de las grutas los manantiales de montaña; pero esta de Semouc es de color vario. Por una media laguna es de azul inteno: el resto de verde claro; en otra tiene islotes rojizos, pardos o naranjados; la de más allá es de un verde diluido de agua marina o de esmeralda y este verde se acentúa en tramos amplios por el vaivén oscurecido y refulgente de una alga marina que juguetea voluptuosa en el fondo; y más allá refleja el blanco de una nube o el azul del cielo o el verde obscuro de los árboles de la orilla o de los desfiladeros cercanos.
Toda esta inerranable policromía acuática, se condiciona en amplísimas lagunetas anfóricas —como sería en miniatura la estructura de Los Chorros de Pinula— que sacan el pecho por encima del agua de abajo para ofrecer más arriba una copa más amplia, más abierta y más profunda. Profundidad que varía desde pulgadas hasta metros.
Cada laguneta está limitada por la orilla de roca y algunos bajos arbustos propios de la región; musgos, juncos, gramíneas, tules, etcétera.
Y resbala el agua en cascaditas sutiles —en hilos de perlas— de taza en taza en un graderío de kilómetro de longitud y de anchura variable.
Se dice que hay siete, pero hay más lagunetas y uno —en el escaso tiempo que puede estar porque el tiempo apremia— no las recorre todas.
En tres horas de andar absorbiendo tanta belleza no se llega a conocer todo. Muchas lagunas quedan sin explorar; la otra orilla nos es desconocida; no hubimos tiempo para ver “venir” el río Semouc porque de hecho estaba ya entre nuestros pies cuando llegamos por la margen occidental del cuadrilátero de maravilla.
Las lagunas de Semouc se dejan escrutar por la mirada hasta lo más recóndito de modo que el fondo sube y vive, al mismo tiempo que la superficie refleja sus bordes, las orillas de barranco, la superficie de los murallones que hacia arriba limitan el espacio y el cielo con sus accidentes... Todo esto —transparencia y reflejo— se mezclan suavemente dando un espectáculo de espejo, de cristal y de gema líquida incomparable.
Concentrándose sólo a los aspectos de las lagunas, no bastaría una mañana o una tarde para darse cuenta de ellos, que han de variar con el firmamento.
Y puede uno estarse dentro del agua por horas sin la más leve amenaza de frío (por más que a nosotros nos tocó un día francamente invernal) y seguramente en un día soleado la frescura del agua se más acariciante.
Así son las lagunas de Semouc. ¿Siete? ¿Veinte? No podríamos decir cuántas; pero sí bastantes para dejar satisfecho al más travieso y exigente de los nadadores.
Arriba de su entrada al túnel el Cahabón es —de puro furioso— innavegable e imposible de nadarse; pero más abajo —cuando ya se ha reunido con el Semouc, tiene una evergadura de río amplísimo; quizá ciento cincuenta metros. Todo él azul transparente también. Su agua sí e mucho más fría; pero tolerante para un nadador rápido. Se desenvuelve luego el Cahabón hacia el norte en amplias curvas sembradas de rocas emergentes de los más variados aspectos. Se mete entre el bosque y sugiere de inmediato la idea de navegarlo en cualquier cosa movible...
Pero los sueños se quedan allí porque hay que regresar y Lanquín está lejísimos; no tanto por el número de kilómetros cuanto por lo abrupto del camino y la lluvia que siempre amenaza.
miércoles, 4 de marzo de 2015
Guatemaltecos: ¿Saben que es Semouc Champey? Pues es la maravilla de las maravillas por Epaminondas Quintana
— JoseSamuel Merida (@profJSMerida) 4 de marzo de 2019EL IMPARCIAL, 4 de marzo de 1957 (recopilado por José Samuel Mérida)
Muy pocos guatemaltecos saben qué es Semouc Champey.
Todavía más: pocos verapacenses lo conocen y también pocos cobaneros. Realmente no hay palabras para describir con aproximación el espectáculo que: farallones, ríos, lagunas, cascadas, colores, frescura, tibieza, horror, dulzura, espanto, ensalmo, estremecimiento y saudade; estruendo y apacibilidad; cataclismo y quietud celestial, forman en menos de un kilómetro cuadrado al unirse los ríos Cahabon y Semouc al sureste del municipio de Lanquín en el departamento de Alta Verapaz.
No diremos que hemos descubierto, ni que estamos revelando algo sensacional puen un inglés tomó 18 rollos de películas de los cuales uno tiene el presidente Castillo Armas —pero sí estamos vulgarizando algo no sensacionalismo: una atracción turística UNICA y de la categoría excelsa del Gran Cañón del Colorado, las Cataratas del Niágara o las de Yosemite.
Y debe atraer —con justicia y recompensa por la fatiga— tantos turistas como aquellas tres maravillas absorben: millones por año.
Cuando decimos que es algo único, que no tiene nada parecido en el mundo estamos segurios de así es y el lector —si avanza en esta descripción, lo comprenderá fácilmente.
Lo decimos dolidos que haya algo mejor que el Lago de Atitlán y asombrados de que también lo haya mejor que Golfo Dulce... pero así es... Semouc Champey es mejor (dada su unicidad) que la maravilla de Panajachel y del Golfete del Polochic, pues lagos magníficos hay por centenares en el mundo y ríos compaables al desagüe del Izabal, también por docenas.
En cambio dos ríos que se combinan como en Semouc no los puede haber, ni en la inexplorada África, ni en la inescrutada selva Amazónica, ni en parte alguna del mundo.
¿Qué es pues, ese espectáculo maravilloso?
1. Es un kilómetro cuadrado de terreno desigual pero no muy inclinado y perfectamente recorrible a pie enjuto por las orillas, se juntan dos rios y hacen una serie de fenómenos espectáculares y grandiosos, sublimes y cataclísmicos.
2. El río Cahabón —ya enorme como es el Polochic a la altura de La Tinta— y como él verde azuloso transparente, desemboca desbocado por el extremo sur del cuadrilátero, entre dos estrechos farallones inmensos; viene bramando dentro de un callejón; al desembocar en el claro amplio se topa con una roca —un relieve abrupto de la sola roca que es todo el terreno— que intenta detenerlo; se le encarama encima desmelenado como aquel león que imaginó Chocano al referirse al Niágara...
“Y finge ante la atónica mirada—la flotante, melena enmarañada—de un león enjaulado en el abismo”.
A pocos metros —menos de cien— ese torrente furioso es “engullido” por una boca o cueva abierta en el suelo; el río entra allí en embudo y malestrum y ese maravilloso espectáculo es posible verlo desde cerca, oírlo y gozarlo, asentada la barbilla del espectador en el borde mismo de la vorágine de espuma y junto al bramido titánico del río...
3. Un escaso kilómetro más abajo surge el mismo río en borbotón como el famoso de San Juan en Aguacatán, Huehuetenango.
4. En el puente de un kilómetro que cubre ese trayecto subteráneo se arrellana plácido y tranquilo —sin ruido, pero ocupándolo todo el rio Semouc que viene de la montaña que cierra el cuadro nor oriente. Viene de la montaña y al llegar allí —precismente donde el Cahabón se sumerge— se curva en ángulo recto y avanza hacia el norte superpuesto al subterráneo; pero aparente y magnífico.
5. En efecto el Semouc recorre el kilómetro cuadrado haciendo una serie de laguneta y cascaditas, que deslizan casi sin ruido en una quietud, tibieza, color y mansedumbre verdaderamente celestiales. Las lagunas del Semouc merecen una descripción aparte.
6. Todo el contenido de las lagunas se reúne al extremo norte y se precipita en corta cascada exactamente sobre los borbollones de salida del río Cahabón.
7. El kilómetro cuadrado que contiene esta maravillosa mezcla de vorágine y cielo, está enmarcado por farallones de centenares de metros de altura en parte desnudos mostrando roca viva —en parte cubiertos de feraz vegetación y árboles milenarios; y por encima el cielo que remata y completa el espectáculo.
Sumadas todas estas cosas, producen un foco de belleza inigualable, EN NADA PARECIDO a otras bellezas naturales. Y falta todavía darse cuenta de como son las lagunas de Semouc. Lo que veremos mañana.
lunes, 2 de marzo de 2015
Breve Historia del Hallazgo de Semouc por Epaminondas Quintana
EL IMPARCIAL, 2 de marzo de 1957 (recopilado por José Samuel Mérida)
Conviene hacer algo de historia sobre esta maravilla de Semouc. No descartamos que haya conocedores e informaciones escritas antes de agosto de 1955, punto de arranque de nuestra historia.
Hasta puede haber publicaciones extranjeras y legajos archivados; pero es el caso que los lanquineños —y ellos deberían saber mejor que ninguno— señalan el año antepasado —agosto, como iniciación de la historia cuando llegó a su conocimiento oficial la existencia de una combinación de ríos y cascadas en su provincia.
Parece ser que el diligente secretario de Lanquín —señor Reyes— uno de los más esforzados propagandistas de las bellezas regionales, hubo de ir a levantar un cadáver por allí y entonces se dió cuenta de la cosa.
De vuelta a Lanquín entusiasmó con su relato a los señores Arnoldo González, al profesor Catalán, al profesor Rosendo Barrientos, al padre de este último y al alcalde de Lanquin, y ellos formaron por decir así, la primera fila de descubridores.
Advertido entonces el gobernador de Alta Verapaz, el coronel Manuel G. Samayoa, en septiembre se organizó una excursión de altas personalidades de la cabecera y se consagró oficialmente el punto como foco turístico.
Una amplia galera de hoja de caña fue levantada en las márgenes del Cahabón a corta distancia de la cascada inferior o reunión de los ríos.
Avisado por el gobernador el entonces director de turismo don Carlos Simons, fue allá y a él se debe esta atrevida frase que nos hizo ir: “es la atracción turística número 1 del país”.
(Picados en nuestro amor propio de sololaenses, fuimos incrédulos y curiosos hasta llegarnos a convencer de que Simons acertó).
Parece que Simons invitó a cierto fotógrafo inglés que estuvo filmando películas a color de largo metraje hasta por la enorme cantidad de 19 rollos.
Uno de ellos fue enviado de Inglaterra al gobernador de Cobán —coronel Samayoa— quien a su vez lo manó a Socioeducativo rural (con ocasión en que Alfred Barret fue allá empujado por mí para conocer Semouc); y Socioeducativo rural pasó la película a la presidencia de la república. Nosotros no conocemos la película y no sabemos si refleja bien la belleza original. Nos han dicho que es maravillosa.
De entonces para acá se han organizado no menos de 30 excursiones a Semouc para personajes capitalinos, cobaneros o lanquineños, entre ellos con gran atuendo y entusiasmo la familia Quirín —industriales de la región— que han cooperado bastante en facilitar el acceso y mantener el entusiasmo. También los trabajadores del campamento de caminos de Cobán, han prestado valiosa ayuda.
Todo el personal del Instituto mixto del norte hizo una excursión en octubre.
Su director, el profesor Juan Francisco Quintana, ha tomado un empeño incesante por revelar Semouc al mundo.
De él nos vinieron las primeras noticias a mediados de 1956 y por tal conocimiento incluimos Semouc y Lanquín como itinerario del viaje para Alfred Barret —el inolvidable agregado cultural de la embajada estadounidense en tiempos de Arévalo— que debería viajar precisamente por puntos que no conociera de previo y estábamos seguros de que Semouc le era desconocido.
Ahora lo conoce... pero en cinematógrafo.
Porque no pudo pasar de las cuevas de Lanquín en aquel entonces.
Pero irá —estamos seguros— en helicóptero.
Conviene hacer algo de historia sobre esta maravilla de Semouc. No descartamos que haya conocedores e informaciones escritas antes de agosto de 1955, punto de arranque de nuestra historia.
Hasta puede haber publicaciones extranjeras y legajos archivados; pero es el caso que los lanquineños —y ellos deberían saber mejor que ninguno— señalan el año antepasado —agosto, como iniciación de la historia cuando llegó a su conocimiento oficial la existencia de una combinación de ríos y cascadas en su provincia.
Parece ser que el diligente secretario de Lanquín —señor Reyes— uno de los más esforzados propagandistas de las bellezas regionales, hubo de ir a levantar un cadáver por allí y entonces se dió cuenta de la cosa.
De vuelta a Lanquín entusiasmó con su relato a los señores Arnoldo González, al profesor Catalán, al profesor Rosendo Barrientos, al padre de este último y al alcalde de Lanquin, y ellos formaron por decir así, la primera fila de descubridores.
Advertido entonces el gobernador de Alta Verapaz, el coronel Manuel G. Samayoa, en septiembre se organizó una excursión de altas personalidades de la cabecera y se consagró oficialmente el punto como foco turístico.
Una amplia galera de hoja de caña fue levantada en las márgenes del Cahabón a corta distancia de la cascada inferior o reunión de los ríos.
Avisado por el gobernador el entonces director de turismo don Carlos Simons, fue allá y a él se debe esta atrevida frase que nos hizo ir: “es la atracción turística número 1 del país”.
(Picados en nuestro amor propio de sololaenses, fuimos incrédulos y curiosos hasta llegarnos a convencer de que Simons acertó).
Parece que Simons invitó a cierto fotógrafo inglés que estuvo filmando películas a color de largo metraje hasta por la enorme cantidad de 19 rollos.
Uno de ellos fue enviado de Inglaterra al gobernador de Cobán —coronel Samayoa— quien a su vez lo manó a Socioeducativo rural (con ocasión en que Alfred Barret fue allá empujado por mí para conocer Semouc); y Socioeducativo rural pasó la película a la presidencia de la república. Nosotros no conocemos la película y no sabemos si refleja bien la belleza original. Nos han dicho que es maravillosa.
De entonces para acá se han organizado no menos de 30 excursiones a Semouc para personajes capitalinos, cobaneros o lanquineños, entre ellos con gran atuendo y entusiasmo la familia Quirín —industriales de la región— que han cooperado bastante en facilitar el acceso y mantener el entusiasmo. También los trabajadores del campamento de caminos de Cobán, han prestado valiosa ayuda.
Todo el personal del Instituto mixto del norte hizo una excursión en octubre.
Su director, el profesor Juan Francisco Quintana, ha tomado un empeño incesante por revelar Semouc al mundo.
De él nos vinieron las primeras noticias a mediados de 1956 y por tal conocimiento incluimos Semouc y Lanquín como itinerario del viaje para Alfred Barret —el inolvidable agregado cultural de la embajada estadounidense en tiempos de Arévalo— que debería viajar precisamente por puntos que no conociera de previo y estábamos seguros de que Semouc le era desconocido.
Ahora lo conoce... pero en cinematógrafo.
Porque no pudo pasar de las cuevas de Lanquín en aquel entonces.
Pero irá —estamos seguros— en helicóptero.
lunes, 26 de enero de 2015
CRECIENTE DE LA LAGUNA DE FLORES
*EL IMPARCIAL. Guatemala, sábado 19 de octubre de 1929
La laguna ha crecido de una manera
sorprendente, habiendo inundado toda la parte sur de la población,
como los barrios de San Bernardo y Pueblo Nuevo. Los habitantes se
encuentran altamente impresionados, pues es la primera vez que se ve
subir de nivel el agua en tal forma. Debido a los torrenciales
aguaceros se ha desplomado el muro de calicanto que cubría un gran
trecho de la plaza de armas, destruyendo a su caída un pequeño
comedor edificado al pie; no hubo desgracias personales qué
lamentar. Los valles de las cercanías de Flores se encuentran
totalmente inundados, haciéndose así difícil la vida para los
habitantes de la ciudad.
domingo, 25 de enero de 2015
Lo que el lago sacó a flote
*CRONICA, 5 de noviembre de 1992.
Las recientes inundaciones han hecho aflorar en los peteneros el sentimiento de abandono en que los tiene el Gobierno central.
Las recientes inundaciones han hecho aflorar en los peteneros el sentimiento de abandono en que los tiene el Gobierno central.
SENTADO en las gradas de una casa
vecina, un sexagenario observa, al otro lado de la calle, su vivienda
inundada desde hace ya un mes. Frente a la fila de tasas abandonadas
por las inundaciones nadan varios niños que se divierten bañándose
en las calles anegadas. El anciano logró sacar a tiempo sus
pertenencias y las trasladó a otro lugar, pero sus vecinos,
confiados en que el nivel del agua bajaría, no hicieron caso de la
creciente y hoy flotan sus zapatos bajo las camas. Él espera que el
agua vuelva a su nivel normal para reparar los daños. Sin embargo,
ignora que el crecimiento del nivel del agua es un fenómeno cíclico,
natural, y que las posibles soluciones son muy riesgosas y
antieconómicas. Igual que él, Jorge Guzmán, un vecino local,
piensa que para solucionar el problema del lago debe eliminarse el
relleno que va de la isla de Flores a Santa Elena.
LOS SECRETOS DEL LAGO. A raíz de las
inundaciones, muchos habitantes de Flores, Santa Elena y San Benito
sienten un terrible abandono por parte de las autoridades centrales.
La poca ayuda recibida les hace pensar que son una población
abandonada, por lo que en los jóvenes, adultos y ancianos han
vuelto a aflorar sentimientos independentistas, incluso anexionistas,
como suele suceder cada vez que ocurre una tragedia en el lejano
Petén.
El lago Petén Itzá, con 100
kilómetros cuadrados, no sólo encierra en sus aguas los secretos de
la leyenda de Sac Nicté, la princesa maya que prefirió morir
ahogada antes que traicionar a su esposo con el hombre que amaba,
sino que también es el protagonista de un ciclo de crecimiento del
nivel de sus aguas que se repite aproximadamente cada cincuenta
años. Según Eddy Sánchez, director del Instituto Nacional de
Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH),
a pesar de que el estudio que realizó la institución durante cinco
años parece ser completo, es necesario complementarlo con informes
más detallados que incluyan las características hidrogeológicas
del lago y las repercusiones sociales y económicas a corto y largo
plazos.
El problema actual de las inundaciones
de los municipios a la orilla del Petén Itzá se había visualizado
con anticipación. El régimen de lluvias en el lugar tiene relación
directa con el comportamiento del lago, por lo que, en los últimos
años, ha tenido un crecimiento considerable. Según el estudio, el
lago carece de drenajes superficiales y los subterráneos se han
tapado o ha disminuido su capacidad de evacuación del agua, lo que
contribuye a que el área de recargo de las aguas subterráneas haga
subir el nivel del lago.
El INSIVUMEH recomienda la
concientización de los habitantes de que se trata de un fenómeno
natural que repercute en la variación del nivel del agua, para lo
cual se les debe trasladar para poder delimitar una zona de peligro.
Incluso podría hacerse una infraestructura de protección a las ya
existentes. Evacuar el agua mediante un sistema de bombeo
resultaría dificil y costoso, ya que el lago se encuentra a un nivel
mucho más bajo (unos 70 metros) que el del río Cantetul, a donde se
podrían llevar las aguas. Otra idea es construir un canal de unos
doce kilómetros de largo, pero debe emplearse tubería de acero,
puesto que el terreno así lo amerita.
Marco Tulio Pinelo, presidente del
claustro de catedráticos del Centro Universitario de Petén, indica
que hubo estudios de israelíes para solucionar el problema del lago
y que daban similares recomendaciones. Sin embargo, aunque la
solución es onerosa, Pinelo cree que debe ponerla en marcha. "La
inversión sería de unos Q100 millones, lo cual resulta más
favorable si se toma en cuenta que en la actualidad las pérdidas se
calculan en más de Q200 millones", subrayó.
PETÉN LIBRE. Según un informe de la
Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), las inundaciones
afectaron 195 casas, causando problemas a unas 1,174 personas, en los
distintos municipios y aldeas alrededor del lago, sin contar algunas
no censadas. "La mayoría de hoteles y restaurantes que
funcionan en la ribera del lago se encuentran seriamente dañados,
por lo que esta actividad repercutirá negativamente en la economía
de la región", señala el documento. Además, muchas calles y
carreteras quedaron bajo el nivel del lago, que alcanzó la cota
entre 114 y 115 metros sobre el nivel del mar, la más alta en su
historia. Si a ello se suma el riesgo de epidemias ocasionadas por el
estancamiento del agua, el panorama petenera se torna cada vez más
oscuro.
En la isla de Flores, así como en
Santa Elena y San Benito, se ha generalizado un sentimiento de
abandono que hace a los habitantes razonar respecto a los muchos
beneficios que el departamento ofrece al país y que a cambio sólo
ha recibido en promedio un 2 por ciento del Presupuesto de la Nación.
"Sólo en divisas aportamos aproximadamente 471 millones de
dólares en materia de turismo, petróleo, madera, chicle, miel,
ganado, plantas follajeras y granos básicas, que el país exporta,
sin contar lo que queda para el consumo interno", comentó el
alcalde de Flores, Miguel Ángel Méndez. Según el jefe edilicio, no
es que los habitantes de Petén se quieran independizar, sino que el
sentimiento de abandono que los embarga es tal que la población ha
encontrado en la idea de separación una forma de catarsis. Según
Méndez, los jóvenes decoran las paredes de sus dormitorios con
dibujos alusivos a la independencia petenera, pero se trata de un
desahogo.
Julio Peregrino, comerciante, considera que las ideas
separatistas no son una novedad. Agrega que "antes no se daban
cuenta en la capital, porque dilataba meses la comunicación con
Petén. Yo recuerdo que, desde tiempos de Ubico, muchas veces se
habló de independencia. El problema es que un día de tantos la
gente se va a cansar más de la cuenta y va a encontrar un cabecilla
que le dé forma al movimiento, entonces será tarde para que el
Gobierno reaccione".
PROMESAS A GRANEL. Jóvenes y
ancianos, hombres y mujeres, hablan en las calles del problema del
lago y comparten las críticas al Gobierno central. "El
Presidente vino por presión del pueblo, no porque se preocupe por el
drama qu,e sufrimos", comentó Pinelo al criticar la visita de
Jorge Serrano a Petén a finales de octubre. Serrano visitó los
lugares afectados por las inundaciones acompañado de los ministros
de la Defensa, de Salud y de Comunicaciones, así como del presidente
del INTA. Según el gobernador departamental, Carlos Asturias, Serrano
ofreció trasladar a las personas afectadas que así lo quisieran a
la colonia Itzá (como albergue temporal), construida por el BANVI en
San Benito. También prometió entregar terrenos y 20 mil quetzales
de financiamiento para que se construyan viviendas en un terreno
comprado a la Municipalidad de San Benito. Un día después de la
visita presidencial, el Centro Universitario que funciona en Santa
Elena divulgó un comunicado en el que solicitó al Gobierno que las
casas, terrenos y préstamos se otorguen a las personas afectadas,
pues teme que, al igual que en otras oportunidades, pueda desviarse
la ayuda hacia otros que no la necesitan.
Así, entre promesas y
peticiones, los peteneras continúan con el agua a la cintura, algo
que han soportado a lo largo de la. historia y para lo cual las
soluciones parecen lejanas.
martes, 13 de enero de 2015
lunes, 12 de enero de 2015
Reportes Inundación Lago Petén Itzá 1938
CIUDAD DE FLORES ANTE LA AMENAZA LENTA
DEL LAGO
*EL IMPARCIAL. Guatemala, sábado 29 de
octubre de 1938
Flores, Petén.—
La ciudad ve poco a poco desaparecer la playa que siempre ha
rodeaado la laguna que lleva este mismo nombre. La cabecera
departamental del Petén, con una vista grandiosa por todos lados,
siente la amenaza del lago, crecer paulatinamente, como un circulo
enome que tiene que irse estrechando conforme los años transcurren.
Año con año, según va pasando la
época de las lluvias, los vecinos de la isla de Flores, tienen que
lamentar enormes pérdidas a consecuencia de este lento crecimiento
del lago. Se ha calculado en la crecida del corriente año, una
pérdida de cerca de cincuenta mil quetzales. Una idea puede formarse
el lectorr, de la forma como ha subido el nivel del agua en el
invierno actual. Este nivel, ha alcanzado hasta la fecha, casi un
metro de altura, absorbiendo completamente la playa que circundaba la
ciudad en años anteriores.
No se sabe exactamente la causa de este
apulatino crecimiento del lago. Las versiones más corrientes, y
podría decirse, las más autorizadas, explican la subida del nivel
del lago, por la falta de desagües. Se dice que el lago no tiene
ningún río para desagüe y que las lluvias anuales hacen que el
volumen de agua que encierra, vaya en aumento. ¿Llegará a
desaparecer la isla? ¿Será una amenaza para la ciudad, que tan
bellamente descansa en la isla? Sólo el tiempo podría dar
contestación a esta pregunta. Mientras tanto, los vecinos contemplan
estoicamente cómo va subiendo el nivel del agua, año con año,
presintiendo al mismo tiempo, que se estrecharán aún más en la
isla.
TRAS UN PERIODO DE CRECIMIENTO EL LAGO
DONDE REPOSA CIUDAD FLORES TIENDE A BAJAR UN TERCIO
Misterioso Tazón de Aguas Cuyos
Desagües son un Problema aún
*EL IMPARCIAL. Guatemala, sábado 5 de
noviembre de 1938
Flores, Petén.—
En la edición sabatina de la semana próxima pasada, fueron
informados los lectores, respecto al crecimiento del lago Petén
Itzá, en cuyas aguas, descansa la ciudad de Flores, sobre la isla
del mismo nombre.
La historia de la Ciudad Flores, es una
de las más curiosas. Se sabe que originalmente, se denominaba
Presidio del Petén, lugar a donde eran enviados en tiempo de la
colonia, todos los prisioneros de la capital y de otras provincias.
Antes de ser presidio de los españoles fue presidio de los mayas,
según cuentan las tradiciones peteneras.
El nombre que siguió, fue el de
Remedios Petén, hasta el año de 1831, cuando fue acordado por el
gobierno de Guatemala, el de ciudad Cirilo Flores. Más tarde,
durante el gobierno del general Carrera, el año de 1840 a 1841, se
la llamó Ciudad San Pablo, hasta que con el tiempo, volvió a tomar
el nombre acordado en 1831.
En la actualidad, cuenta Ciudad Flores,
con una población de mil quinientos habitantes poco más o menos.
Dedicados en su mayoría al comercio y al chicle, las dos actividades
de mayor importancia en el departamento.
Todo es fácil suponer que, en el
periodo colonial, cuando los habitantes de la ribera del lago vieron
comprometida su vida e intereses, atravesaron el lago y fueron a
radicarse en la isla, rodeando con sus habitaciones, la plaza central
que se halla en la cumbre, donde estaba el presidio y la guarnición.
Con el tiempo, la población fué aumentando y cobrando importancia
como ciudad.
La cuestión del crecimiento del lago,
es asunto histórico en la vida de Ciudad Flores. Como el lago está
colocado en una especie de tazón, cuyos bordes lo forman una rueda
de colinas, necesariamente, año con año, conforme transcurre la
época de las lluvias, el agua va deslizándose hasta el lago,
aumentando su caudal. A ello, hay que sumar la idea que prevalece
entre los que conocen de este problema, y es que el lago, además de
recibir el agua llovida, recibe afluentes subterráneos que ha sido
imposible localizar.
No se conoce ningún desagüe del lago,
siendo imposible su existencia, por el nivel a que se encuentra el
lago, con relación a los cerros que lo circundan. El gobierno de la
república, hace algún tiempo, envió una comisión de ingenieros
para que estudiaran el problema. El informe de la comisión se
refería a un sistema de canalización, que comprendía el gasto de
dos millones de quetzales, suma exorbitante a la que hay que agregar
el trabajo improbo de llear a terminar la canalización.
Según declaraciones exclusivas del
coronesl Federico Ponce, jefe político del departamento, se está
estudiando por esa jefatura un informe que ha sido proporcionado por
algunas personas. Habla este informe, de unos resumideros que se
encuentran en la región de Candelaria y los cuales se va a estudiar
para ver si es posible canalizar el lago por ese rumbo.
Actualmente, el nivel del lago parece
que tiende a bajar una tercia poco más o menos, fenómeno que ha
llenado de júbilo a los habitantes de Flores. Estos periodos de
crecimiento, tardaban antes unos cinco años. Pero desde el año de
1929, el lago principió a subir y las pulgadas que ha bajado son muy
pocas, para el tiempo transcurrido.
De todos modos, con el agua lamiendo
las paredes de sus casas, nada se ha interrumpido en las actividades
de Ciudad Flores. Tienen confianza en que bajará y más se asombran
de los aspavientos del extraño que contempla su problema.
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