Gran Sertón: Veredas es narrado por el protagonista en un intento por resolver un tormento psicológico causado por la posibilidad de que él vendiera su alma al diablo. La novela de Guimarães Rosa fusiona el viaje psicológico del protagonista como narrador con la aventura del héroe, Riobaldo, en los territorios sin ley del noreste de Brasil a finales del siglo pasado.
La acción de la novela se narra a un interlocutor de ficción durante un período de tres días. El lector es consciente de que hay un oyente interactivo para la narración porque el narrador parece reaccionar a los comentarios del oyente, aunque los comentarios en sí mismos no se comunican al lector. El objetivo de la narración es descubrir si el diablo existe y si uno puede vender el alma de uno a esta entidad si existe. Esta pregunta desafiante, una asociada con la noción del bien y el mal, sigue sin resolverse al final de la novela.
Cronológicamente, la historia comienza con Riobaldo cuando tenía catorce años y frecuenta un desembarco en el río Janeiro para pedir dinero para pagar un voto que hizo su madre para recuperarse de una enfermedad. Allí conoce a Diadorim, una niña que pasa por un niño llamado Reinaldo. Ella lo invita a dar un paseo en bote por el río Janeiro y cruzar el río Sao Francisco. Con el aliento de Diadorim, Riobaldo puede superar su propio miedo a las agitadas y traicioneras aguas del Sao Francisco y llegar al otro lado. Por otro lado, Riobaldo forja una relación especial con Diadorim que dura hasta su muerte en una batalla culminante con Heremógenes.
Tras la muerte de su madre, Riobaldo se va a vivir con su padrino, Selorico Mendes. Selorico Mendes enseña a Riobaldo a disparar y manejar un cuchillo y un palo, y le cuenta a Riobaldo historias sobre la vida en las tierras bajas. También le presenta a Riobaldo a Joca Ramiro y Heremógenes, quienes se alojan en su lugar por un tiempo.
Finalmente, Riobaldo decide dejar el lado de su padrino para unirse a Zé Bebelo, uno de los líderes de los bandidos, que lo contrata como su maestro. Zé Bebelo presenta a Riobaldo a la violencia de los territorios de fondo. Zé Bebelo llega a la tierra no para aceptar su forma de vida sino para imponer un nuevo orden. Esto contradice las propias razones de Riobaldo para estar allí, lo que llevó a Riobaldo a abandonar la banda de Zé Bebelo.
En el camino, Riobaldo vuelve a encontrarse con Diadorim. Se une a su grupo que, junto con otras bandas, está bajo el liderazgo general de Joca Ramiro con el propósito de derrotar a Zé Bebelo. En su juicio después de la captura, Zé Bebelo logra convencer a la mayoría de los líderes para que lo dejen ir.
Joca Ramiro lo libera con la condición de que no regrese durante la vida de Joca Ramiro. Algunos de los líderes no están de acuerdo en liberar a Zé Bebelo. Entre ellos se encuentra Heremógenes, quien más tarde asesina a Joca Ramiro y sumerge a los territorios en un nuevo estado de violencia.
Los seguidores de Joca Ramiro, incluidos Riobaldo y Diadorim, se apresuran a unirse a una marcha de venganza contra Heremógenes. Sirven primero bajo Madeiro Vaz y luego bajo Zé Bebelo, con resultados igualmente negativos. Madeiro Vaz muere después de un intento fallido de cruzar el desierto de Sussuarâo. En el otro lado está el hogar de Heremógenes, que buscan destruir. En el segundo intento, Zé Bebelo logra que todos se pierdan en las profundidades de las tierras bajas.
Frustrado por la falta de progreso contra Heremógenes, Riobaldo se encuentra en medio de una encrucijada una noche y llama al diablo. Riobaldo no ve al diablo, pero siente una nueva sensación de poder.
Riobaldo pronto deposita a Zé Bebelo y asume el mando de la banda. Su nueva fuerza se puede ver en su exitoso intento de cruzar el desierto de Sussuarâo. Sus seguidores queman la casa de Heremógenes y hacen prisionero a su esposa.
La última gran batalla ocurre en las llanuras de Tamanduá-Tao en la ciudad de Paredao. El choque concluye en un combate cuerpo a cuerpo en el que Diadorim lucha contra Heremógenes hasta morir ambos.
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