La Mordedura del Raptor
Mientras la lluvia tropical cae en el pueblo de Bahía Anasco en la costa oeste de Costa Rica, Roberta Carter suspira y observa desde la ventana de la clínica. Ella vino aquí para pasar dos meses como médico visitante y esperaba encontrar sol y algo de relajación después de pasar dos años en una residencia de medicina de emergencia en el Hospital Michael Reese de Chicago. En cambio, ha llovido todos los días de las tres semanas que ha estado aquí.
Costa Rica tiene uno de los sistemas médicos más avanzados del mundo y la clínica está limpia y bien provista. Manuel Aragón, su paramédico, es inteligente y está bien entrenado, por lo que el nivel de medicina que practica aquí es el mismo que en Chicago. Escuchan un helicóptero sobrevolando la clínica, buscando un lugar para aterrizar. El helicóptero pertenece a InGen, la compañía de construcción que está construyendo un resort en una isla a más de cien millas de la costa. Una vez que aterriza en la playa, dos tripulantes negros llevan una camilla y un hombre blanco pelirrojo con un impermeable amarillo y una gorra roja de los Mets la acompaña. Se presenta como Ed Regis y dice que el hombre en la camilla está muy enfermo. Carter sugiere que vuelen otros veinte minutos a San José, la ciudad capital, pero no pueden volar sobre las montañas debido al clima.
El paciente es un muchacho de dieciocho años con un corte abierto en el hombro y la pierna. Está inconsciente, y Regis cree que probablemente morirá. Sus heridas sugieren que el muchacho fue mutilado de alguna manera, ya que tanto su hombro como su pierna están desgarrados hasta el hueso. Cuando se le preguntó al respecto, Regis dice que no vio el accidente, pero le dijeron que una retroexcavadora atropelló al muchacho. De regreso en Chicago, Carter vio a un niño que había sido atacado por un rottweiler y un artista de circo que fue atacado por un tigre de Bengala. Los ataques de animales tienen un aspecto distintivo, y eso es lo que ve en las heridas de este muchacho. Cuando ella lo dice, Regis está nervioso y alterado, insistiendo en que fue una lesión en la construcción.
Un examen más detenido no revela suciedad en las heridas, solo una espuma inusual que parece saliva y un hedor podrido, el olor a "muerte y descomposición". Regis se va y Aragón se niega a ayudar después de que el niño se sienta y repite la palabra raptor. Los nativos creen en la hupia, fantasmas-vampiros que matan niños en la noche.
Las manos del muchacho están cubiertas con cortes y rasguños, típicos de las heridas defensivas, y Carter toma fotografías. De repente, el niño se sienta, vomita sangre varias veces y sufre convulsiones antes de morir. Cuando Aragón lo llama, Regis regresa rápidamente a la habitación. Le dice que está seguro de que Carter hizo todo lo que pudo y luego toma al niño y se va inmediatamente en el helicóptero. Más tarde, Carter se da cuenta de que se llevaron su cámara y, curiosa, busca la palabra raptor. Es un ave carnívora.
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